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Bertha Carou
Docente y escritora residente en Lincoln, provincia de Buenos Aires.
Libros publicados:
* Del exilio y otros mundos (poemas), Editorial El zahir, 1998
Aquella música interior
Cómo quisiera reconquistar
esa música antigua
que persiste en los latidos
del mínimo aire
ondulante, avistada apenas
en un soplo hacia la luz de los ocasos;
en las alas plumosas
ávidas de espacios ligeros
sumergida en la eternidad de las palabras.
Mundo sonoro
presente en cada gota de agua
en el arrullo de las hojas
y en el croar de las ranas.
Hasta la piedra despierta en el sonoro sentir
Se abre en plena desnudez
en el milagro de ser música
de extraer de sus entrañas la belleza
para que el hombre
que está viviendo la noche de sus días
encuentre por fin,
su música interior..
Buenos Aires querido
(y no)
La palabra
cuelga desollada
en un pacto con el desaliento.
La noche es amplia
y se traga todos los encuentros.
Es verano en Buenos Aires
ciudad caldera
uno que otro grito contenido
unomásunomásotro
es la catedral del grito
como el bolero de Ravel
sin Ravel.
En el umbral del caos
vociferan látigos calientes
mientras las horas
inmutables
trituran los relojes.
Ventanas iluminadas
nos hacen guiños
desde los cuerpos de gigantes.
Mundos entrelazados
en la realidad de las paredes
mundos anónimos
ensimismados
demasiado en sí mismos.
“¡Acá estoy yo!”
(parece decir este mendigo cubierto con diarios)
“Derrumbe de la Bolsa en New York”
“Desempleo en los países desarrollados”
“Pánico en los mercados”
“y acá, yo“
(una mujer solitaria corre tras su alma)
estira sus brazos pero
no la alcanza.
Se debate entre el afuera y el adentro.
El llanto le inunda la cara
en ella se refleja la luz de las ventanas.
Por un momento
son lágrimas de luces,
pero no.
Es luz indiferente
parece una caricia
pero no.
Acelero mis pasos por la calle
me alejo
con las manos llenas de nada
de huecos sin sentido
y las abro
para que se llenen y vuelen y se posen
en alguien
en uno
o tal vez en otro
que anda por ahí
enredado en la gran ciudad
y su caos de bocinas
luces
tráfico.
Dilaté los espacios del ensueño
mientras la noche se abraza
con un cuervo.
El tiempo es inmanente
las horas devienen y
cavilan su vocación de muerte .
Un ojo abre un paisaje insomne
donde anidan espectros
y ya no pude sustraerme a
la realidad del mundo:
sustancia de ruindad y azote
perfora
hunde su lanza.
Lamentos del no ser
de no dejar ser
voracidad de corazones
hombres que explotan otros hombres
Coloco un aviso en un diario:
“ Se busca lápida para una humanidad en decadencia”
el cauce …el río
1
tal vez haya un instante
sólo uno
en la frontera del caos
resbalando azules
alejado de tanta impunidad y desacierto
2
de una cruz cuelga desollada la palabra
con su mirada puesta en mí
la noche es ancha
abre su boca y vomita todos los silencios
las que fui
convergen en un punto
toda luz es ajena
3
un pájaro aletea
quiere alzar vuelo
cae
devora el espacio
vuelve
orada
penetra mi piel
deja surcos internos
allí habita en música
la sangre
4
¿habrá otro mundo
en donde el amor disuelva
tantos muros dolor?
¿habrá cauce de ríos
transparentes
música
empecinado sol?
Ay!
Hay
5
ovillarme en el tiempo
para sucederme en este hoy
calmoso
estéril
el arco tensa su flecha
repetida
tantas veces
el salto
impulso
motor
onda sucesiva
movimiento del río serpenteando
caudaloso
desde el ayer
al hoy raíz de árbol apenas.
6
visualizo un fantasma
enhebra los minutos
y sonríe tercamente
su risa y la mía
suspendidas de un muro
repitiéndose
su risa despedaza mi nombre
la mía se lacera en cristales
y entonces
la vida
con un dardo en la frente
y entonces
mi grito
asido a la locura desde siempre .
El color de los sueños
“ Y todo vuelve a ser. Ayer es hoy.
Y estoy –como quien dice-
Amaneciendo”
Belkis Magnin
Empecinada en transitar
el hueco de los días sin gloria
elevo mis ojos y todos mis sentidos
por la ruta del menesteroso en palabras.
La ambigüedad de la niebla
me invita a recorrer
a desafiar
los antiguos caminos de los sueños
¿qué color tienen los sueños?
A la orilla de una fuente
la luz sucede intensamente
un picaflor bebe en ella
se traga todos los matices
se electriza
el aire es un milagro alado
deja un arco iris de círculos
perfectos
armónicos.
Busco mis sueños en el agua
y veo a una mujer
con pájaros en sus ojos.
Docente y escritora residente en Lincoln, provincia de Buenos Aires.
Libros publicados:
* Del exilio y otros mundos (poemas), Editorial El zahir, 1998
Aquella música interior
Cómo quisiera reconquistar
esa música antigua
que persiste en los latidos
del mínimo aire
ondulante, avistada apenas
en un soplo hacia la luz de los ocasos;
en las alas plumosas
ávidas de espacios ligeros
sumergida en la eternidad de las palabras.
Mundo sonoro
presente en cada gota de agua
en el arrullo de las hojas
y en el croar de las ranas.
Hasta la piedra despierta en el sonoro sentir
Se abre en plena desnudez
en el milagro de ser música
de extraer de sus entrañas la belleza
para que el hombre
que está viviendo la noche de sus días
encuentre por fin,
su música interior..
Buenos Aires querido
(y no)
La palabra
cuelga desollada
en un pacto con el desaliento.
La noche es amplia
y se traga todos los encuentros.
Es verano en Buenos Aires
ciudad caldera
uno que otro grito contenido
unomásunomásotro
es la catedral del grito
como el bolero de Ravel
sin Ravel.
En el umbral del caos
vociferan látigos calientes
mientras las horas
inmutables
trituran los relojes.
Ventanas iluminadas
nos hacen guiños
desde los cuerpos de gigantes.
Mundos entrelazados
en la realidad de las paredes
mundos anónimos
ensimismados
demasiado en sí mismos.
“¡Acá estoy yo!”
(parece decir este mendigo cubierto con diarios)
“Derrumbe de la Bolsa en New York”
“Desempleo en los países desarrollados”
“Pánico en los mercados”
“y acá, yo“
(una mujer solitaria corre tras su alma)
estira sus brazos pero
no la alcanza.
Se debate entre el afuera y el adentro.
El llanto le inunda la cara
en ella se refleja la luz de las ventanas.
Por un momento
son lágrimas de luces,
pero no.
Es luz indiferente
parece una caricia
pero no.
Acelero mis pasos por la calle
me alejo
con las manos llenas de nada
de huecos sin sentido
y las abro
para que se llenen y vuelen y se posen
en alguien
en uno
o tal vez en otro
que anda por ahí
enredado en la gran ciudad
y su caos de bocinas
luces
tráfico.
Dilaté los espacios del ensueño
mientras la noche se abraza
con un cuervo.
El tiempo es inmanente
las horas devienen y
cavilan su vocación de muerte .
Un ojo abre un paisaje insomne
donde anidan espectros
y ya no pude sustraerme a
la realidad del mundo:
sustancia de ruindad y azote
perfora
hunde su lanza.
Lamentos del no ser
de no dejar ser
voracidad de corazones
hombres que explotan otros hombres
Coloco un aviso en un diario:
“ Se busca lápida para una humanidad en decadencia”
el cauce …el río
1
tal vez haya un instante
sólo uno
en la frontera del caos
resbalando azules
alejado de tanta impunidad y desacierto
2
de una cruz cuelga desollada la palabra
con su mirada puesta en mí
la noche es ancha
abre su boca y vomita todos los silencios
las que fui
convergen en un punto
toda luz es ajena
3
un pájaro aletea
quiere alzar vuelo
cae
devora el espacio
vuelve
orada
penetra mi piel
deja surcos internos
allí habita en música
la sangre
4
¿habrá otro mundo
en donde el amor disuelva
tantos muros dolor?
¿habrá cauce de ríos
transparentes
música
empecinado sol?
Ay!
Hay
5
ovillarme en el tiempo
para sucederme en este hoy
calmoso
estéril
el arco tensa su flecha
repetida
tantas veces
el salto
impulso
motor
onda sucesiva
movimiento del río serpenteando
caudaloso
desde el ayer
al hoy raíz de árbol apenas.
6
visualizo un fantasma
enhebra los minutos
y sonríe tercamente
su risa y la mía
suspendidas de un muro
repitiéndose
su risa despedaza mi nombre
la mía se lacera en cristales
y entonces
la vida
con un dardo en la frente
y entonces
mi grito
asido a la locura desde siempre .
El color de los sueños
“ Y todo vuelve a ser. Ayer es hoy.
Y estoy –como quien dice-
Amaneciendo”
Belkis Magnin
Empecinada en transitar
el hueco de los días sin gloria
elevo mis ojos y todos mis sentidos
por la ruta del menesteroso en palabras.
La ambigüedad de la niebla
me invita a recorrer
a desafiar
los antiguos caminos de los sueños
¿qué color tienen los sueños?
A la orilla de una fuente
la luz sucede intensamente
un picaflor bebe en ella
se traga todos los matices
se electriza
el aire es un milagro alado
deja un arco iris de círculos
perfectos
armónicos.
Busco mis sueños en el agua
y veo a una mujer
con pájaros en sus ojos.
Carlos Barbarito
Nace en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, el 6 de febrero de 1955.
Libros publicados:
* Poesía quebrada, Ediciones Mano de Obra, Buenos Aires, 1984
* Teatro de lirios, Fundación Alejandro González Gattone, Pergamino, 1985
* Éxodos y trenes, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1987
* Páginas del poeta flaco, Ediciones Filofalsía, Buenos Aires, 1988.
* Acerca de las vanguardias. Arte argentino siglo XX. Comisión de Homenaje a Jorge Feinsilber, Buenos Aires, 1990
* Caballos y otros poemas, Hojas de Sudestada, La Plata, 1990.
* Parte de entrañas, Ediciones Arché, Buenos Aires, 1991.
* What will calls them?...and other poems, en Four Argentine Poets. Ediciones Correo Latino, Buenos Aires, 1991.
* Poemas, Bella Vista, 1992 (edición artesanal)
* Bestiario de amor”, El primer siglo. Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1992
* Viga bajo el agua, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1992
* Meninas. Desnudo y la máscara, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1992
* A Cecilia, en memoria, en Cinco poemas en homenaje. Cecilia Pozzi.
* La otra primavera, Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 1994.
* El peso de los días, Altamira Ediciones Electrónicas, Buenos Aires (edición en disquette).
* La luz y alguna cosa, Ultimo Reino, Buenos Aires, 1998.
* Figuras de ojo y sombras, Berminghan Editores, Donostia, 2006.
Si estiro el brazo, tal vez alcance. Al menos roce…
Si estiro el brazo, tal vez alcance. Al menos roce
esa materia jamás bruñida o cincelada,
con la que jamás se hizo una copa,
una bailarina, un códice. Si me extiendo
en sueños hacia donde más refulge,
hacia donde más y mejor irradia.
Pero, ¿qué veía o creyó ver Turner
en el momento en que se abrían de golpe las ventanas?
¿Qué encontró el hijo de Swansea
en el amarillo y en el mar austero,
luego de la primera muerte,
por entre las parábolas del sol
y las leyendas de las verdes capillas?
¿Vino puro, antes de la lluvia?
¿Garzas limpias de barro?
¿Alta cúpula sobre cuya aguja hay un pájaro inmóvil?
¿Pasarán ante mí un amor desatado,
una nítida caligrafía con aspecto de nieve,
un dorado sin error,
un iris libre de mercurio?
Pero, si me alargo, ¿y es sólo el engaño, el espejismo,
un rocío de belladona, seis estratos
de locura que creeré almohada,
una edad que, antes de ser, ya será fósil?
Poseído, libre, a mis ojos se abre…
A Christian Gustavo Binderfeld
Poseído, libre, a mis ojos se abre
el mar y respiro del mundo el primer eco
y percibo más allá del yodo figura
y ganancia de locura, de amor;
qué breve el sentido, qué ancha el alba,
y qué suave martillo el que golpea
la cabeza cuando en ella todo es sueño, verdad.
A una pulgada, el asilo.
A una centésima, el hospicio.
Qué zumba en el oído cuando no hay olvido,
cuando la escena encuentra precisión en cada acto;
ahora descalzo en el ensalmo, el hechizo,
la santa guadaña profana el agua
para hacerla sábana que envuelve,
de a poco, a los desnudos.
Limpio, tatuado, adelgazo
hacia el origen, el final,
me inclino sobre una luz hembra,
sobre un amplio y justo diluvio
que sepulta a todos menos a niños y vírgenes.
A un paso, los firmes astilleros.
A dos pasos, el tembloroso verbo
que abraza al relámpago;
qué vibra cuando el zorzal
huye de los dientes del perro,
vuela hacia donde Adán escarba dos veces la tierra
antes de plantar en cada hoyo
un azahar y un licopodio.
¿Y si pierdo la conciencia? Resbalo…
A Liliana Herrero
¿Y si pierdo la conciencia? Resbalo
hacia lo inefable con mirada de cordera,
envuelto en polen seco, seca
mi boca desde la que se ausenta todo verbo
desde aarónico hasta zurubí.
Por el canal más estrecho, un pez sin ojos.
Por el canal más ancho, un ciervo sin ojos.
¿Y si pierdo el brazo derecho? Río
con risa sin causa, lloro
con llanto sin razón, acabado el libro
y conducido el niño al sacrificio;
sin cimiento, todo debe ser apuntalado
en medio de la tempestad,
nadie está desnudo,
nadie disipa el humo
para ver lo que arde, casa o zarza.
¿Y si retrocedo vidas hasta la almeja? Apoyo
un dedo en la sal, algo,
desde alguna parte, confirma
al mundo lo inútil de ese gesto;
más vale dejar que se retire
lo que deba retirarse
y acuda lo que deba acudir,
resuelta en hilos la alegoría
y de esos hilos sostenida sobre noche y abismo
lo que llaman alma y yo,
respiración de buey
que sabe de agua y sed y el resto lo ignora.
Nace en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, el 6 de febrero de 1955.
Libros publicados:
* Poesía quebrada, Ediciones Mano de Obra, Buenos Aires, 1984
* Teatro de lirios, Fundación Alejandro González Gattone, Pergamino, 1985
* Éxodos y trenes, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1987
* Páginas del poeta flaco, Ediciones Filofalsía, Buenos Aires, 1988.
* Acerca de las vanguardias. Arte argentino siglo XX. Comisión de Homenaje a Jorge Feinsilber, Buenos Aires, 1990
* Caballos y otros poemas, Hojas de Sudestada, La Plata, 1990.
* Parte de entrañas, Ediciones Arché, Buenos Aires, 1991.
* What will calls them?...and other poems, en Four Argentine Poets. Ediciones Correo Latino, Buenos Aires, 1991.
* Poemas, Bella Vista, 1992 (edición artesanal)
* Bestiario de amor”, El primer siglo. Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1992
* Viga bajo el agua, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1992
* Meninas. Desnudo y la máscara, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1992
* A Cecilia, en memoria, en Cinco poemas en homenaje. Cecilia Pozzi.
* La otra primavera, Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 1994.
* El peso de los días, Altamira Ediciones Electrónicas, Buenos Aires (edición en disquette).
* La luz y alguna cosa, Ultimo Reino, Buenos Aires, 1998.
* Figuras de ojo y sombras, Berminghan Editores, Donostia, 2006.
Si estiro el brazo, tal vez alcance. Al menos roce…
Si estiro el brazo, tal vez alcance. Al menos roce
esa materia jamás bruñida o cincelada,
con la que jamás se hizo una copa,
una bailarina, un códice. Si me extiendo
en sueños hacia donde más refulge,
hacia donde más y mejor irradia.
Pero, ¿qué veía o creyó ver Turner
en el momento en que se abrían de golpe las ventanas?
¿Qué encontró el hijo de Swansea
en el amarillo y en el mar austero,
luego de la primera muerte,
por entre las parábolas del sol
y las leyendas de las verdes capillas?
¿Vino puro, antes de la lluvia?
¿Garzas limpias de barro?
¿Alta cúpula sobre cuya aguja hay un pájaro inmóvil?
¿Pasarán ante mí un amor desatado,
una nítida caligrafía con aspecto de nieve,
un dorado sin error,
un iris libre de mercurio?
Pero, si me alargo, ¿y es sólo el engaño, el espejismo,
un rocío de belladona, seis estratos
de locura que creeré almohada,
una edad que, antes de ser, ya será fósil?
Poseído, libre, a mis ojos se abre…
A Christian Gustavo Binderfeld
Poseído, libre, a mis ojos se abre
el mar y respiro del mundo el primer eco
y percibo más allá del yodo figura
y ganancia de locura, de amor;
qué breve el sentido, qué ancha el alba,
y qué suave martillo el que golpea
la cabeza cuando en ella todo es sueño, verdad.
A una pulgada, el asilo.
A una centésima, el hospicio.
Qué zumba en el oído cuando no hay olvido,
cuando la escena encuentra precisión en cada acto;
ahora descalzo en el ensalmo, el hechizo,
la santa guadaña profana el agua
para hacerla sábana que envuelve,
de a poco, a los desnudos.
Limpio, tatuado, adelgazo
hacia el origen, el final,
me inclino sobre una luz hembra,
sobre un amplio y justo diluvio
que sepulta a todos menos a niños y vírgenes.
A un paso, los firmes astilleros.
A dos pasos, el tembloroso verbo
que abraza al relámpago;
qué vibra cuando el zorzal
huye de los dientes del perro,
vuela hacia donde Adán escarba dos veces la tierra
antes de plantar en cada hoyo
un azahar y un licopodio.
¿Y si pierdo la conciencia? Resbalo…
A Liliana Herrero
¿Y si pierdo la conciencia? Resbalo
hacia lo inefable con mirada de cordera,
envuelto en polen seco, seca
mi boca desde la que se ausenta todo verbo
desde aarónico hasta zurubí.
Por el canal más estrecho, un pez sin ojos.
Por el canal más ancho, un ciervo sin ojos.
¿Y si pierdo el brazo derecho? Río
con risa sin causa, lloro
con llanto sin razón, acabado el libro
y conducido el niño al sacrificio;
sin cimiento, todo debe ser apuntalado
en medio de la tempestad,
nadie está desnudo,
nadie disipa el humo
para ver lo que arde, casa o zarza.
¿Y si retrocedo vidas hasta la almeja? Apoyo
un dedo en la sal, algo,
desde alguna parte, confirma
al mundo lo inútil de ese gesto;
más vale dejar que se retire
lo que deba retirarse
y acuda lo que deba acudir,
resuelta en hilos la alegoría
y de esos hilos sostenida sobre noche y abismo
lo que llaman alma y yo,
respiración de buey
que sabe de agua y sed y el resto lo ignora.
Dolores Etchecopar
Escritora nacida en Buenos Aires, en 1956
Libros publicados:
* Su voz en la mía (ed. Corregidor), 1982
* La Tañedora (ed. El Imaginero), 1984
* El Atavío (ed. El Imaginero), 1986
* Notas Salvajes (ed. Argonauta), 1989
* Canción del Precipicio (ed. Grupo Editor Latinoamericano), 1994
* El comienzo
Escritora nacida en Buenos Aires, en 1956
Libros publicados:
* Su voz en la mía (ed. Corregidor), 1982
* La Tañedora (ed. El Imaginero), 1984
* El Atavío (ed. El Imaginero), 1986
* Notas Salvajes (ed. Argonauta), 1989
* Canción del Precipicio (ed. Grupo Editor Latinoamericano), 1994
* El comienzo
no me dijeron que hacía frío
que apenas se sostienen mis oleajes de fuego
aquí donde mis días contados yo canto
en el frío brillante
mientras se están moviendo nuestros nombres
hacia el fondo
a medianoche
el mar se acuesta sobre mi rostro
mis viejas alas negras
me dijeron que aquí no he llegado
que deambulo con la cabeza decorada
por el sollozo de mi reino
desde que me sentaron en las rodillas de la luna
frente al mar
para que yo cante hasta que pueda
hasta que nadie me encuentre
en el precipicio de mi voz
hasta que apoye sus profundas alas
mi corazón
Madre
mi madre es suave como un campo de maíz
pero a veces se oscurece
entonces me siento sobre una piedra
para que me trague el sol
La orilla
ninguna palabra se acerca
pero mi caballo galopa en la sombra
deben estar allí los rostros las manos
debe estar allí la voz que levanta el agua la mañana
debe estar allí el que canta adentro de las palabras
no voy a pedir auxilio mi caballo galopa en la sombra
es difícil saludar a los niños
cuando falta un sonido
el ladrón huyó con el Comienzo
y bellas mujeres se beben el agua de la verdad
tras ellas el rumor del pasto es un destino
ninguna palabra se acerca
bambúes miedo vidrios
mi caballo galopa en la sombra
entra y sale de la gran muralla
aquí falta un sonido
pero hay una luz de viajes antiguos
en el pelo de los toros
los hombres de este siglo ya se fueron
grandes pantanos murmuran sus nombres
hay un tambor oscuro en la orilla lenta bailarina
de mi otro cuerpo tu pálido vestido sin rumbo
tu hijo alzado sobre las fosas y las fronteras
falta un sonido
falta ese sonido
y todo será arrojado al mar
hasta que el mar se seque y amanezca
que apenas se sostienen mis oleajes de fuego
aquí donde mis días contados yo canto
en el frío brillante
mientras se están moviendo nuestros nombres
hacia el fondo
a medianoche
el mar se acuesta sobre mi rostro
mis viejas alas negras
me dijeron que aquí no he llegado
que deambulo con la cabeza decorada
por el sollozo de mi reino
desde que me sentaron en las rodillas de la luna
frente al mar
para que yo cante hasta que pueda
hasta que nadie me encuentre
en el precipicio de mi voz
hasta que apoye sus profundas alas
mi corazón
Madre
mi madre es suave como un campo de maíz
pero a veces se oscurece
entonces me siento sobre una piedra
para que me trague el sol
La orilla
ninguna palabra se acerca
pero mi caballo galopa en la sombra
deben estar allí los rostros las manos
debe estar allí la voz que levanta el agua la mañana
debe estar allí el que canta adentro de las palabras
no voy a pedir auxilio mi caballo galopa en la sombra
es difícil saludar a los niños
cuando falta un sonido
el ladrón huyó con el Comienzo
y bellas mujeres se beben el agua de la verdad
tras ellas el rumor del pasto es un destino
ninguna palabra se acerca
bambúes miedo vidrios
mi caballo galopa en la sombra
entra y sale de la gran muralla
aquí falta un sonido
pero hay una luz de viajes antiguos
en el pelo de los toros
los hombres de este siglo ya se fueron
grandes pantanos murmuran sus nombres
hay un tambor oscuro en la orilla lenta bailarina
de mi otro cuerpo tu pálido vestido sin rumbo
tu hijo alzado sobre las fosas y las fronteras
falta un sonido
falta ese sonido
y todo será arrojado al mar
hasta que el mar se seque y amanezca
Gabriel Impaglione
Poeta, periodista y escritor argentino radicado en Sardegna, Italia.
Libros publicados:
* Echarle pájaros al Mundo(poesía, Ediciones Panorama- BsAs- 1994)
* Breviario de Cartografía Mágica(poesía, El Taller del Poeta- Galicia- 2002)
* Poemas Quietos(Antol. Editorial Mizares- Barcelona- 2002)
* Otras explicaciones (bilingüe)-Poesía-Editado en España y México (2009)
* Medanales: crónicas y desmemorias-Narrativa-Buenos Aires, 2009
Libros de próxima aparición:
* Giovannía (poesia)
* Parte de guerra y otras anotaciones (poesía)
* Medanales: nuevas crónicas (narrativa)
* Cuentos de arqueros (narrativa)
E-book:
* Todas las voces una voz-Universidad de Educación a Distancia-Madrid-2002
* Bagdad y otros poemas(El Taller del Poeta-Galicia-2003)
* Letrarios de Utópolis(poesía, Linajes Editores-México-2004)
* Cuentapájaros(poesía, en prensa, Taller del Poeta-Galicia)
* Mil ochocientos veinticinco-Editorial Alebrijes-Argentina-Poesía 2008)
I
He intentado desenredar la hora muerta
para liberar el paso, llegar al viento que llamaba
desde un profundo sueño de rosa victoriosa.
En vano todo oficio pareciera
en este siglo de ilustrísimos venales.
Es ahora o nunca me digo mientras tanto
el amor empuña su metáfora.
Ahora o nunca que viene del luto.
Insurrecta sangre que tambor, reclama.
Y te amo Patria, con dolor rabioso
y con melancolía
con tus niños descalzos y tu luna caída,
con todas tus muertes y tus deudos.
Con los huecos en el gran almuerzo
con tus surcos destejidos Nuestra mía
con todo lo que no viene y lo que sucederá
con tu cereal un día y viento puro.
No puedo no dolerme, no morir de palabras
inútiles, de cicatriz impotente de rigurosa
pasión desangrada.
Es de nuestros hijos
la hora que ahora... llama inextinguible.
Es mi boca en cualquier parte la que cae
y enciende un crepúsculo en la calle ocupada.
Es este siempre de siempre y siempre
repetido en su silencio que conmueve.
Relámpago a veces
en la oquedad del tiempo que punza,
raspa la herida y nos despierta.
Sobre la ceguera
Qué el viento quieto en la veleta,
la aurora en ángulo oscuro,
una palabra
que se retuerce en las manos.
El silencio clava por la espalda
puñal de hielo
y ríe cuesta arriba
la calle que baja con todos sus muertos.
Allá en la cima hay una guerra.
Violentas humaredas violetas.
No es día ni es noche, es guerra.
En la dulce llanura elegantes escribas
persiguen mariposas con sus plumas
de cazar metáfora.
De matar metáfora.
Alegres pelucas empolvadas
que giran en el salón
al ritmo de la gran caja registradora.
Nota: Versos no dedicados a las honrosas excepciones, Poetas tierra fértil, verso en ristre, plenos de ojos y memoria amando en defensa propia.
IX
Entre tú y yo un golpe de encrespada marea
un festín de campanas un revuelo de pájaros
Agitadas las horas en vórtice infinito
vuelven a su cauce y nosotros vencidos
victoriosos nacemos otra vez y otra exhaustos todavía
Redimimos el cuerpo retorna cada boca
mientras en el límite de uno y del otro
intangible confín marearena
trazo invisible de sustancia común
emergen las primeras extraviadas palabras mínimas
esculturas objetos con su luz formas confusas
simples fosforescencias con tu nombre
XXXVIII
Se deshora la noche
como si un otoño repentino
lloviera mansamente.
Aquí estamos tú y yo
aunque solo, en la orilla
del día cavo en la palabra
buscándote una flor
la pequeña maravilla
que te nombre
que te diga simplemente
luna de agua o ala nueva.
Se deshoja mi hora medianoche,
media oscuridad medio sol
que llega
mientras dormida inventas
otro país de aurora
que triunfa una y otra vez
en un ciclo eterno.
Poeta, periodista y escritor argentino radicado en Sardegna, Italia.
Libros publicados:
* Echarle pájaros al Mundo(poesía, Ediciones Panorama- BsAs- 1994)
* Breviario de Cartografía Mágica(poesía, El Taller del Poeta- Galicia- 2002)
* Poemas Quietos(Antol. Editorial Mizares- Barcelona- 2002)
* Otras explicaciones (bilingüe)-Poesía-Editado en España y México (2009)
* Medanales: crónicas y desmemorias-Narrativa-Buenos Aires, 2009
Libros de próxima aparición:
* Giovannía (poesia)
* Parte de guerra y otras anotaciones (poesía)
* Medanales: nuevas crónicas (narrativa)
* Cuentos de arqueros (narrativa)
E-book:
* Todas las voces una voz-Universidad de Educación a Distancia-Madrid-2002
* Bagdad y otros poemas(El Taller del Poeta-Galicia-2003)
* Letrarios de Utópolis(poesía, Linajes Editores-México-2004)
* Cuentapájaros(poesía, en prensa, Taller del Poeta-Galicia)
* Mil ochocientos veinticinco-Editorial Alebrijes-Argentina-Poesía 2008)
I
He intentado desenredar la hora muerta
para liberar el paso, llegar al viento que llamaba
desde un profundo sueño de rosa victoriosa.
En vano todo oficio pareciera
en este siglo de ilustrísimos venales.
Es ahora o nunca me digo mientras tanto
el amor empuña su metáfora.
Ahora o nunca que viene del luto.
Insurrecta sangre que tambor, reclama.
Y te amo Patria, con dolor rabioso
y con melancolía
con tus niños descalzos y tu luna caída,
con todas tus muertes y tus deudos.
Con los huecos en el gran almuerzo
con tus surcos destejidos Nuestra mía
con todo lo que no viene y lo que sucederá
con tu cereal un día y viento puro.
No puedo no dolerme, no morir de palabras
inútiles, de cicatriz impotente de rigurosa
pasión desangrada.
Es de nuestros hijos
la hora que ahora... llama inextinguible.
Es mi boca en cualquier parte la que cae
y enciende un crepúsculo en la calle ocupada.
Es este siempre de siempre y siempre
repetido en su silencio que conmueve.
Relámpago a veces
en la oquedad del tiempo que punza,
raspa la herida y nos despierta.
Sobre la ceguera
Qué el viento quieto en la veleta,
la aurora en ángulo oscuro,
una palabra
que se retuerce en las manos.
El silencio clava por la espalda
puñal de hielo
y ríe cuesta arriba
la calle que baja con todos sus muertos.
Allá en la cima hay una guerra.
Violentas humaredas violetas.
No es día ni es noche, es guerra.
En la dulce llanura elegantes escribas
persiguen mariposas con sus plumas
de cazar metáfora.
De matar metáfora.
Alegres pelucas empolvadas
que giran en el salón
al ritmo de la gran caja registradora.
Nota: Versos no dedicados a las honrosas excepciones, Poetas tierra fértil, verso en ristre, plenos de ojos y memoria amando en defensa propia.
IX
Entre tú y yo un golpe de encrespada marea
un festín de campanas un revuelo de pájaros
Agitadas las horas en vórtice infinito
vuelven a su cauce y nosotros vencidos
victoriosos nacemos otra vez y otra exhaustos todavía
Redimimos el cuerpo retorna cada boca
mientras en el límite de uno y del otro
intangible confín marearena
trazo invisible de sustancia común
emergen las primeras extraviadas palabras mínimas
esculturas objetos con su luz formas confusas
simples fosforescencias con tu nombre
XXXVIII
Se deshora la noche
como si un otoño repentino
lloviera mansamente.
Aquí estamos tú y yo
aunque solo, en la orilla
del día cavo en la palabra
buscándote una flor
la pequeña maravilla
que te nombre
que te diga simplemente
luna de agua o ala nueva.
Se deshoja mi hora medianoche,
media oscuridad medio sol
que llega
mientras dormida inventas
otro país de aurora
que triunfa una y otra vez
en un ciclo eterno.
José María Pallaoro
Escritor nacido en la ciudad de La Plata en 1959 y residente en la ciudad de City Bell, provincia de Buenos Aires desde el mismo año.
Libros publicados:
* El viaje circular
* Pájaros cubiertos de ceniza
* Cuando llueve el mundo es otro
* Andante ma non troppo tren
* Poemas anteriores
* Son dos los que danzan
* Basuritas y otras plaquetas
Jean Paul Sartre
Bajo el árbol
el joven caza moscas
Le pesa el desamparo y
el frío rostro de la existencia
El juego de la soledad
en el bostezo del viento
La escritora
(Una medida adecuada a todo)
Comenta la señora que hace más de 15 años
que no necesita de los favores de ningún hombre
Que para eso se compró un gato
Y que suele descargar en la escritura
toda la libido –no me importa
lo que diga Braudillard–
El trabajo manual lo hace
encima del sofá con la tele encendida
El gato ronronea y ella
le estampa en la frente la letra “P”
Música de jazz
Las sillas del jardín inclinadas sobre la mesa. Piedras y arbustos, una maceta caída, vacía. En la pérgola, la parra colmada de racimos de no-amanecer. La lluvia aún no cesó, pero es leve, fina, tan fina que acaricia como música de jazz las chapas del techo. El interior es el exterior de mis cosas. El vidrio, apenas humedecido, mi rostro.
Calles
Las calles suelen terminar, de eso estoy seguro. Un amigo dice que en bares, otro en una casa de tenue luz roja, un tercero en un tala que viene de la infancia. Convengamos que los lugares donde las calles terminan pueden ser infinitos, o casi. A la sombra del paraíso estiro las piernas y sofocado tomo el áspero y putrefacto aire que pareciera llegar del norte, trato de darme impulso, y seguir caminando, al sur.
Margaritas
Estamos en la cocina. Mira viejas fotos y sonríe. Le convido un mate y cariñosamente dice que después, que ahora está caminando por calles reconocidas. Tomo el mate que le convidara y sigo leyendo el libro que dejé sobre la mesa. Es un libro de poemas de un amigo de Buenos Aires. Tiene un nombre de mujer el libro de mi amigo. “Pero no es el tuyo”, le escucho decir. “No, no es tu nombre que se repite una y otra vez”. Tendré que deshojar la margarita como ella deshoja las fotos que sacamos hace apenas un rato de una caja de zapatos.
Oymyakon
Hay agua sobre el escritorio en estado líquido. ¿Resto de una mateada? Es posible. Pero todo el mundo apoya vasos y botellas, lágrimas que contuvieron durante la noche y pasean junto al nuevo amanecer. No pongo en tela de juicio la mateada, aunque siempre toma solo en las horas en que puede estar solo. En las otras, con cualquier excusa dice que tiene que caminar por el jardín, estirar las piernas, elongar, llevar los brazos lo más cerca posible del cielo. “No te mates”, le gritan. “Vení, tomáte este verdolaga que entibia”. Ellos nada saben de este inmenso escalofrío a siete mil kilómetros de Moscú.
Medios
“Por el prado de la inocencia no se llega a ningún lugar”. El Gran Maestro barruntaba claridad en sus conceptos. “Que la verdad no nos haga perder el sendero de nuestro bien”, y aconsejó a su discípulo embarrar la cancha, tirar clavos miguelitos, cáscaras de banana, un poco de aceite de oliva para sahumar un aliento evangelizador. Hizo armar cuevas con alacranes y parvas para alimentar a bestias venenosas que no menciono para no avivar giles. Luego, el Gran Maestro ordenó a su lacayo: “Levántate y anda”. Y el muchacho se levantó y anduvo, muy poco por cierto, cayó, envenenado, mortalmente. Al otro día, el Gran Maestro, un tuteador de primera, publicó en los clasificados del gran diario argentino: “Discípulo busco. La Verdad te espera. Vacante limitada.”
Sin poema
Estas palabras no pudieron cruzar el río
Se quedaron en la orilla
esperando
esperando
Escritor nacido en la ciudad de La Plata en 1959 y residente en la ciudad de City Bell, provincia de Buenos Aires desde el mismo año.
Libros publicados:
* El viaje circular
* Pájaros cubiertos de ceniza
* Cuando llueve el mundo es otro
* Andante ma non troppo tren
* Poemas anteriores
* Son dos los que danzan
* Basuritas y otras plaquetas
Jean Paul Sartre
Bajo el árbol
el joven caza moscas
Le pesa el desamparo y
el frío rostro de la existencia
El juego de la soledad
en el bostezo del viento
La escritora
(Una medida adecuada a todo)
Comenta la señora que hace más de 15 años
que no necesita de los favores de ningún hombre
Que para eso se compró un gato
Y que suele descargar en la escritura
toda la libido –no me importa
lo que diga Braudillard–
El trabajo manual lo hace
encima del sofá con la tele encendida
El gato ronronea y ella
le estampa en la frente la letra “P”
Música de jazz
Las sillas del jardín inclinadas sobre la mesa. Piedras y arbustos, una maceta caída, vacía. En la pérgola, la parra colmada de racimos de no-amanecer. La lluvia aún no cesó, pero es leve, fina, tan fina que acaricia como música de jazz las chapas del techo. El interior es el exterior de mis cosas. El vidrio, apenas humedecido, mi rostro.
Calles
Las calles suelen terminar, de eso estoy seguro. Un amigo dice que en bares, otro en una casa de tenue luz roja, un tercero en un tala que viene de la infancia. Convengamos que los lugares donde las calles terminan pueden ser infinitos, o casi. A la sombra del paraíso estiro las piernas y sofocado tomo el áspero y putrefacto aire que pareciera llegar del norte, trato de darme impulso, y seguir caminando, al sur.
Margaritas
Estamos en la cocina. Mira viejas fotos y sonríe. Le convido un mate y cariñosamente dice que después, que ahora está caminando por calles reconocidas. Tomo el mate que le convidara y sigo leyendo el libro que dejé sobre la mesa. Es un libro de poemas de un amigo de Buenos Aires. Tiene un nombre de mujer el libro de mi amigo. “Pero no es el tuyo”, le escucho decir. “No, no es tu nombre que se repite una y otra vez”. Tendré que deshojar la margarita como ella deshoja las fotos que sacamos hace apenas un rato de una caja de zapatos.
Oymyakon
Hay agua sobre el escritorio en estado líquido. ¿Resto de una mateada? Es posible. Pero todo el mundo apoya vasos y botellas, lágrimas que contuvieron durante la noche y pasean junto al nuevo amanecer. No pongo en tela de juicio la mateada, aunque siempre toma solo en las horas en que puede estar solo. En las otras, con cualquier excusa dice que tiene que caminar por el jardín, estirar las piernas, elongar, llevar los brazos lo más cerca posible del cielo. “No te mates”, le gritan. “Vení, tomáte este verdolaga que entibia”. Ellos nada saben de este inmenso escalofrío a siete mil kilómetros de Moscú.
Medios
“Por el prado de la inocencia no se llega a ningún lugar”. El Gran Maestro barruntaba claridad en sus conceptos. “Que la verdad no nos haga perder el sendero de nuestro bien”, y aconsejó a su discípulo embarrar la cancha, tirar clavos miguelitos, cáscaras de banana, un poco de aceite de oliva para sahumar un aliento evangelizador. Hizo armar cuevas con alacranes y parvas para alimentar a bestias venenosas que no menciono para no avivar giles. Luego, el Gran Maestro ordenó a su lacayo: “Levántate y anda”. Y el muchacho se levantó y anduvo, muy poco por cierto, cayó, envenenado, mortalmente. Al otro día, el Gran Maestro, un tuteador de primera, publicó en los clasificados del gran diario argentino: “Discípulo busco. La Verdad te espera. Vacante limitada.”
Sin poema
Estas palabras no pudieron cruzar el río
Se quedaron en la orilla
esperando
esperando
Laura Beatriz Chiesa
Escritora nacida en La Plata (Buenos Aires)
Libros editados:
* Historias en verso y prosa
* Polen de una rosa amarilla
* Voz de tinta
* Hablando espacios (sonetos)
* Viejos sabores para no claudicar
* Vivencias y reflexiones
Besos de agua
Oscuridad de mares. Rara dama
coquetea en el fondo. Allí despliega
seducciones y formas que no niega,
pues desea encontrar lo que reclama.
Un macho silencioso le proclama
su novel intención. Ella no es ciega
y abanica volados que repliega,
aceptando convites. No lo llama,
lo esquiva, lo persigue, lo desdeña.
Omite aquel instinto que es la seña
y busca soslayar las intenciones.
Finalmente desiste del escape.
Acepta que se acerque, que la atrape
y comienzan su danza de emociones.
Galanteos
Locuacidad de plumas con que escaldas
tus piruetas de amor , remontas vuelo,
pretendiendo escribir al ras del suelo,
estrofas de aire. Más con tus espaldas
acomodas los ritmos y en guirnaldas
cubiertas con tu pluma, cual pañuelo,
invitas al arrullo en un revuelo
de plumaje con brillo de esmeraldas.
Demuestras tu decir con aleteos
en cornisas o plazas o jardines,
y pudiendo llegar a los confines
planeas tu misión de amores breves
pues en circuitos cortos, vos te atreves,
a declamar febril, los galanteos.
Acatamiento
Aquel buey, sujetado con dos varas,
alejado de todo movimiento,
lentos pasos guiaba en el momento
de someter sus fuerzas. En su cara
aparente indolencia demostrara
cuando en verdad, portaba sufrimiento,
sumisión, poderío, acatamiento,
minúscula expresión que maniatara
tanta resignación. Y sin consuelo
soñaba libertad -en verde suelo-
con pastos que cubrieran su mirada.
Pero el hombre y su fuerza lo eligieron,
cambiaron sus deseos y le dieron
una vida sin goces y obligada.
Corteza de cristal
Corteza de cristal
es la agonía,
porque al romperse
quiebra el ventanal,
por el que pretendimos
desempeñar la vida
al transpasarlo airosos
aprendiendo a volar.
Corteza de cristal
es la piel que recubre
por la que respiramos
y podemos estar,
cumpliendo con la vida
que por ella nos llega
y por la que ahuyentamos
lo que nos hace mal.
Corteza de cristal
es la mente y la idea
que nos invita a diario
a pensar y a soñar,
pero que fácilmente
recurre a la pereza
si la ataca el destino
con su fiebre letal.
La vida es la corteza
que al correr de los días
se vuelve de cristal,
ya que una vez quebrada
no sirve la entereza
ni soñar el pasado,
porque no vuelve más.
Humor caliente
Soy la sangre que te camina.
La que conoce, como nadie,
los vericuetos de tu ser.
La que alimenta tus células,
la que llora y ríe antes que tú.
Mi medicina natural te cura,
te hace crecer, te auxilia en silencio,
sin recetas ni barbijos.
Cuando mi química tropieza
me auxilian tus dolores,
tus reflejos adormecidos,
tu cerebro obnubilado.
Mi desequilibrio es anuncio.
Mi anuncio es tu reacción.
Tu reacción, mi próximo destino.
Silencio
Incorpórea transmisión de ausencias.
Es lo intangible que está y nos rodea.
Es la nada que acerca cual marea
el fino envoltorio del no estar.
Es carencia unida al miedo
pues el silencio es incógnita y presencia,
está allí vestido de inocencia
que habla, roza y mira sin mirar.
Se lo escucha en inmensidad sonora
porque lo invade el insecto que planea,
o la flor que con el viento se pasea
trayéndole al silencio inquietud.
Vibración imperceptible que penetra
en la piel humedecida que nos cubre,
captando del silencio la costumbre
de presencia constante cual virtud.
Escritora nacida en La Plata (Buenos Aires)
Libros editados:
* Historias en verso y prosa
* Polen de una rosa amarilla
* Voz de tinta
* Hablando espacios (sonetos)
* Viejos sabores para no claudicar
* Vivencias y reflexiones
Besos de agua
Oscuridad de mares. Rara dama
coquetea en el fondo. Allí despliega
seducciones y formas que no niega,
pues desea encontrar lo que reclama.
Un macho silencioso le proclama
su novel intención. Ella no es ciega
y abanica volados que repliega,
aceptando convites. No lo llama,
lo esquiva, lo persigue, lo desdeña.
Omite aquel instinto que es la seña
y busca soslayar las intenciones.
Finalmente desiste del escape.
Acepta que se acerque, que la atrape
y comienzan su danza de emociones.
Galanteos
Locuacidad de plumas con que escaldas
tus piruetas de amor , remontas vuelo,
pretendiendo escribir al ras del suelo,
estrofas de aire. Más con tus espaldas
acomodas los ritmos y en guirnaldas
cubiertas con tu pluma, cual pañuelo,
invitas al arrullo en un revuelo
de plumaje con brillo de esmeraldas.
Demuestras tu decir con aleteos
en cornisas o plazas o jardines,
y pudiendo llegar a los confines
planeas tu misión de amores breves
pues en circuitos cortos, vos te atreves,
a declamar febril, los galanteos.
Acatamiento
Aquel buey, sujetado con dos varas,
alejado de todo movimiento,
lentos pasos guiaba en el momento
de someter sus fuerzas. En su cara
aparente indolencia demostrara
cuando en verdad, portaba sufrimiento,
sumisión, poderío, acatamiento,
minúscula expresión que maniatara
tanta resignación. Y sin consuelo
soñaba libertad -en verde suelo-
con pastos que cubrieran su mirada.
Pero el hombre y su fuerza lo eligieron,
cambiaron sus deseos y le dieron
una vida sin goces y obligada.
Corteza de cristal
Corteza de cristal
es la agonía,
porque al romperse
quiebra el ventanal,
por el que pretendimos
desempeñar la vida
al transpasarlo airosos
aprendiendo a volar.
Corteza de cristal
es la piel que recubre
por la que respiramos
y podemos estar,
cumpliendo con la vida
que por ella nos llega
y por la que ahuyentamos
lo que nos hace mal.
Corteza de cristal
es la mente y la idea
que nos invita a diario
a pensar y a soñar,
pero que fácilmente
recurre a la pereza
si la ataca el destino
con su fiebre letal.
La vida es la corteza
que al correr de los días
se vuelve de cristal,
ya que una vez quebrada
no sirve la entereza
ni soñar el pasado,
porque no vuelve más.
Humor caliente
Soy la sangre que te camina.
La que conoce, como nadie,
los vericuetos de tu ser.
La que alimenta tus células,
la que llora y ríe antes que tú.
Mi medicina natural te cura,
te hace crecer, te auxilia en silencio,
sin recetas ni barbijos.
Cuando mi química tropieza
me auxilian tus dolores,
tus reflejos adormecidos,
tu cerebro obnubilado.
Mi desequilibrio es anuncio.
Mi anuncio es tu reacción.
Tu reacción, mi próximo destino.
Silencio
Incorpórea transmisión de ausencias.
Es lo intangible que está y nos rodea.
Es la nada que acerca cual marea
el fino envoltorio del no estar.
Es carencia unida al miedo
pues el silencio es incógnita y presencia,
está allí vestido de inocencia
que habla, roza y mira sin mirar.
Se lo escucha en inmensidad sonora
porque lo invade el insecto que planea,
o la flor que con el viento se pasea
trayéndole al silencio inquietud.
Vibración imperceptible que penetra
en la piel humedecida que nos cubre,
captando del silencio la costumbre
de presencia constante cual virtud.
María Gabriela Abeal
Poeta, decoradora de interiores, técnica ceramista, maestra de Reiki nacida en Buenos Aires en 1969, reside en la ciudad de Mar del Plata.
Libros publicados:
Cotidianos (ICAM-Venezuela, 2007)
De villancico y candela (Ed. Emilio-Mar del Plata, 2009)
Dulce carmín
Dulce color rojo
invades por todas partes.
Bandera en las mejillas,
en el vientre: quiero amarte.
El agua se hace almíbar.
La cintura, enjambre.
El pecho
es el develo
de tus ojos
al mirarme.
No en vano me apresuras
a incendiarme en tus brazos.
Pueden más
los besos tuyos
que la honradez
de mis actos.
Descansa, amado mío,
iré a bañar los pecados,
para que cuando regrese
me unjas de ardor los labios.
Palabras de pimientos
Digamos que es febrero,
más bien marzo
y en mis mares su osadía se estremece.
Que me enredo a su cuello como araña
y lo lleno con palabras de pimientos.
Digamos
que él quisiera aquietarme
convertir las rompientes en un río.
Primero borraría su linaje
hasta llenar de saliva sus secretos.
Digamos
que lo cubro con almíbar,
caricias de canela,
boca de serpiente.
Que me pinta el infierno en sus poesías
para que decida incendiarme con sus verbos.
Los elegidos
El mar entró por la ventana, llevándose consigo todos los recuerdos.
Un durmiente lo sepultó en la Atlántida.
Y las sirenas quedaron varadas sobre los escombros.
Desde el cielo todo se veía en calma, como las sábanas luego del arrojo.
Pero en la espesura del valle de la nada, los cuerpos flotaban boca abajo como pidiéndole perdón al mundo.
Fiebre I
Mis manos han de tenerte
para volverme alfarera
artesana de tu sangre
verduga de tus caderas.
Y, si llegado el momento
de tu miembro apareciera
la espuma que se derrama
y en las orillas se siembra.
Yo te juro por mi casta
por mi fiebre
y la insolencia
que a tu cuerpo de agua ardiente
lo haré
vapor en mi hoguera.
Braveza
El manual de la bestia
Maniatada
a la memoria de tus actos
dilapido mis días
recordándote.
II
No se si Adán
será la cruz de mi existencia
o el redentor
de mis libidinosidades.
III
No te burles
del poder de mis hechizos.
Porque serás
el primero
que sucumba
ante mi arte.
IV
Despójame
de toda prenda
para poder abrigar
tus necesidades.
V
Que tu mirada
desenvuelva los misterios.
Tus manos
desabrochen las beldades.
Que posees
un aguijón entre las piernas
y mi carne
desea envenenarse.
VI
No descuides tu decencia
será la fisura
donde cultive
mis ferocidades.
VII
Tu pureza
la donaré a un monasterio.
Tu dulzura
la repartiré en frascos.
Solo quiero
que me brindes
tu fiereza
y saques de mí
la amazona impenetrable.
Solves
Dedicado a la memoria de Hebe Solves
“Ordenó el orden”
para huir del tiempo.
Preparó un té,
se lavó las manos.
Secó la vajilla,
cerró los cajones,
buscó en la heladera
el jugo y las ganas.
Cortó las cebollas,
molió la pimienta,
sobre los miedos
picó algunos ajos.
Ordenó la vida
del plato con sopa,
del tomate al medio,
del pan en rodajas.
Coció los recuerdos,
podó la memoria,
bajo el delantal
guardó la manzana.
Ordenó las ollas,
peló las arvejas,
y con un cuchillo
cortó la nostalgia.
Instantánea
Me ofrezco
a los delirios terrenales,
sentada en la silla de tu angustia.
En la noche
cuando sueñas con mis ansías
y te bañas con fervores de locura.
Me ofrezco
como último deseo,
para ser
la cena entre tus manos.
Devores
mi costado por el frente,
y entres a mi mundo por la espalda.
Me ofrezco
como presa de los dioses.
Sacrificio
que se añora hace años.
Me ofrezco
por el verbo en las alturas,
y tú nombre
que me mata a la distancia.
Poeta, decoradora de interiores, técnica ceramista, maestra de Reiki nacida en Buenos Aires en 1969, reside en la ciudad de Mar del Plata.
Libros publicados:
Cotidianos (ICAM-Venezuela, 2007)
De villancico y candela (Ed. Emilio-Mar del Plata, 2009)
Dulce carmín
Dulce color rojo
invades por todas partes.
Bandera en las mejillas,
en el vientre: quiero amarte.
El agua se hace almíbar.
La cintura, enjambre.
El pecho
es el develo
de tus ojos
al mirarme.
No en vano me apresuras
a incendiarme en tus brazos.
Pueden más
los besos tuyos
que la honradez
de mis actos.
Descansa, amado mío,
iré a bañar los pecados,
para que cuando regrese
me unjas de ardor los labios.
Palabras de pimientos
Digamos que es febrero,
más bien marzo
y en mis mares su osadía se estremece.
Que me enredo a su cuello como araña
y lo lleno con palabras de pimientos.
Digamos
que él quisiera aquietarme
convertir las rompientes en un río.
Primero borraría su linaje
hasta llenar de saliva sus secretos.
Digamos
que lo cubro con almíbar,
caricias de canela,
boca de serpiente.
Que me pinta el infierno en sus poesías
para que decida incendiarme con sus verbos.
Los elegidos
El mar entró por la ventana, llevándose consigo todos los recuerdos.
Un durmiente lo sepultó en la Atlántida.
Y las sirenas quedaron varadas sobre los escombros.
Desde el cielo todo se veía en calma, como las sábanas luego del arrojo.
Pero en la espesura del valle de la nada, los cuerpos flotaban boca abajo como pidiéndole perdón al mundo.
Fiebre I
Mis manos han de tenerte
para volverme alfarera
artesana de tu sangre
verduga de tus caderas.
Y, si llegado el momento
de tu miembro apareciera
la espuma que se derrama
y en las orillas se siembra.
Yo te juro por mi casta
por mi fiebre
y la insolencia
que a tu cuerpo de agua ardiente
lo haré
vapor en mi hoguera.
Braveza
El manual de la bestia
Maniatada
a la memoria de tus actos
dilapido mis días
recordándote.
II
No se si Adán
será la cruz de mi existencia
o el redentor
de mis libidinosidades.
III
No te burles
del poder de mis hechizos.
Porque serás
el primero
que sucumba
ante mi arte.
IV
Despójame
de toda prenda
para poder abrigar
tus necesidades.
V
Que tu mirada
desenvuelva los misterios.
Tus manos
desabrochen las beldades.
Que posees
un aguijón entre las piernas
y mi carne
desea envenenarse.
VI
No descuides tu decencia
será la fisura
donde cultive
mis ferocidades.
VII
Tu pureza
la donaré a un monasterio.
Tu dulzura
la repartiré en frascos.
Solo quiero
que me brindes
tu fiereza
y saques de mí
la amazona impenetrable.
Solves
Dedicado a la memoria de Hebe Solves
“Ordenó el orden”
para huir del tiempo.
Preparó un té,
se lavó las manos.
Secó la vajilla,
cerró los cajones,
buscó en la heladera
el jugo y las ganas.
Cortó las cebollas,
molió la pimienta,
sobre los miedos
picó algunos ajos.
Ordenó la vida
del plato con sopa,
del tomate al medio,
del pan en rodajas.
Coció los recuerdos,
podó la memoria,
bajo el delantal
guardó la manzana.
Ordenó las ollas,
peló las arvejas,
y con un cuchillo
cortó la nostalgia.
Instantánea
Me ofrezco
a los delirios terrenales,
sentada en la silla de tu angustia.
En la noche
cuando sueñas con mis ansías
y te bañas con fervores de locura.
Me ofrezco
como último deseo,
para ser
la cena entre tus manos.
Devores
mi costado por el frente,
y entres a mi mundo por la espalda.
Me ofrezco
como presa de los dioses.
Sacrificio
que se añora hace años.
Me ofrezco
por el verbo en las alturas,
y tú nombre
que me mata a la distancia.
María Pugliese
Poeta y ensayista nacida en Vicente López, Buenos Aires, en 1957.
Libros publicados:
* De uno y otro lado, Editorial Filofalsía, Buenos Aires, 1988
* Esquirlas, Editorial La rama dorada, Buenos Aires, 1990
* Voces como furias, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1996
* Vigías en la noche, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 2007
I.-
la noche nos negó
y con ella
los rocíos de humedad
los murmullos de hierbas
los grillos las libélulas las ranas
goteo persistente de abandonos
desórdenes
descuidos
la noche dijo no
al amanecer
los sortilegios
dieron con cuerpos enredados
sobre sí
tan desolados tan piadosos de los desalientos
tan distantes
con el pudor de sudores aislados
el amanecer nomina entre el bullicio de pájaros en celo
lo que no está
hasta el mediodía
eleva
sombras verticales
a ciegas
y la tarde se desvanece
al acecho
torbellino de cielos
en medio del deambular de quienes buscan
un sitio a la intemperie
para hurgar o dormir
avanza la tarde
con anuncios y dictámenes
la noche dirá no
II.-
¿y entonces?
¿en nombre de qué o quién?
¿de lo extremo e inaudito?
¿de lo inquebrantable?
¿de lo obsceno?
¿dónde?
a un paso
del vacío y los barrancos
del estallido
que no es fin
sino principios
en medio de bosques
entre lianas y líquenes
desde el asilo a las cavernas
con el reverbero del agua
o su espejismo
¿con cuánto?
sin más
que una hora señalada
despojos
aguijones en sangre
sin más
que un manto de niebla espesa
¿por cuánto?
a precio
de un beso
y dos abrazos
un son de violetas enlazadas
cae
es lo único que cae
haz de luces
cae
de cara al sol
de cara al sol
III.-
se alimentó del agua
con un goteo perseverante y quieto en apariencia
asistió al desprendimiento minucioso
de los jacarandaes
al oleaje de tilos
a la danza de plátanos
al péndulo de glicinas en flor
reconoció
su recinto en el desorden
a pasos de la pared y los mentales
de lo hostil y de los sinsentidos
permaneció al acecho
de la luz refractaria
del sol y las estrellas
afuera
a la intemperie
sin identidad
sin sombras
afuera
cantos abiertos
de mirlos tacuaras tijeretas
calandrias
afuera
siempre afuera de sí
creció en el agua
y su presencia
fue casi imperceptible
raíces
fue sólo raíces
bajo tierra
y creció
en las alturas de las profundidades
Poeta y ensayista nacida en Vicente López, Buenos Aires, en 1957.
Libros publicados:
* De uno y otro lado, Editorial Filofalsía, Buenos Aires, 1988
* Esquirlas, Editorial La rama dorada, Buenos Aires, 1990
* Voces como furias, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1996
* Vigías en la noche, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 2007
I.-
la noche nos negó
y con ella
los rocíos de humedad
los murmullos de hierbas
los grillos las libélulas las ranas
goteo persistente de abandonos
desórdenes
descuidos
la noche dijo no
al amanecer
los sortilegios
dieron con cuerpos enredados
sobre sí
tan desolados tan piadosos de los desalientos
tan distantes
con el pudor de sudores aislados
el amanecer nomina entre el bullicio de pájaros en celo
lo que no está
hasta el mediodía
eleva
sombras verticales
a ciegas
y la tarde se desvanece
al acecho
torbellino de cielos
en medio del deambular de quienes buscan
un sitio a la intemperie
para hurgar o dormir
avanza la tarde
con anuncios y dictámenes
la noche dirá no
II.-
¿y entonces?
¿en nombre de qué o quién?
¿de lo extremo e inaudito?
¿de lo inquebrantable?
¿de lo obsceno?
¿dónde?
a un paso
del vacío y los barrancos
del estallido
que no es fin
sino principios
en medio de bosques
entre lianas y líquenes
desde el asilo a las cavernas
con el reverbero del agua
o su espejismo
¿con cuánto?
sin más
que una hora señalada
despojos
aguijones en sangre
sin más
que un manto de niebla espesa
¿por cuánto?
a precio
de un beso
y dos abrazos
un son de violetas enlazadas
cae
es lo único que cae
haz de luces
cae
de cara al sol
de cara al sol
III.-
se alimentó del agua
con un goteo perseverante y quieto en apariencia
asistió al desprendimiento minucioso
de los jacarandaes
al oleaje de tilos
a la danza de plátanos
al péndulo de glicinas en flor
reconoció
su recinto en el desorden
a pasos de la pared y los mentales
de lo hostil y de los sinsentidos
permaneció al acecho
de la luz refractaria
del sol y las estrellas
afuera
a la intemperie
sin identidad
sin sombras
afuera
cantos abiertos
de mirlos tacuaras tijeretas
calandrias
afuera
siempre afuera de sí
creció en el agua
y su presencia
fue casi imperceptible
raíces
fue sólo raíces
bajo tierra
y creció
en las alturas de las profundidades
Rodolfo Virginio Leiro (*)
Escritor nacido en Junín, Provincia de Buenos Aires, el 2 de agosto de 1921.
Obras:
* Dátiles de arcano - cuentos macabros
* Brevas de ocio - cuentos costumbristas
* El anillo de ágatha - cuentos
* Auras y estrías - poesía
* Marianito - cuentos infantiles
* La ladrona - novela policial
* Helenio - ciencia ficción
* Cuentos memorables - cuentos
* Arlequín de estopa - poesía
* Juan S. Juan - novela costumbrista
* Violeta - policial
* Julia - ciencia ficción
* Rimas en la fronda - poesía
* El hombre que ha perdido la cabeza - ciencia ficción
* Confabulación - policial
* Gotas en la piel del surco - poesía
* La silla - novela costumbrista
* El ninfómano - ciencia ficción
* Clamides de nenúfar - poesía
* Una dama en la bañera - novela costumbrista
* Imágenes I a XII - cuadernillo - poesía
* Selección poética - cuadernillo - poesía
* Duendes y nelumbios - poesía
* Boedo - postales del ayer - cuadernillo
* Cuentos y glosas - cuadernillo
* Poemas olvidados - cuadernillo - poesía
* Númenes cautivos - poesía
* Imágenes XII a XXIV - cuadernillo - poesía
* Sondas de enigmas - ciencia ficción – integrada por 4 novelas cortas: * El reloj; * Un espejo sin imagen: * El transplante y * Un disco color plata
* Poemas olvidados
* Mazorcas adultas – poesía
* Pañuelo de bohemio – poesía
* Helenio y helenio otra vez – una ciencia ficción diferente
* Apenas una sonrisa -20 sonetos en lunfardo
* La revelación – esotérica
* ¿Vivir es un privilegio? – filosófica
* Verbos estallados
* Trapecio de proverbios – poesía
* Cachimba -novela
* Evaristo -novela
* En lunfa -sonetos, bisonetos y trisonetos enlunfardo
* Cantos postreros – poesía
* La patota –novela
* Versos ocre
(*) Propuesto por ASOLAPO (Asociación Latinoamericana de Poetas) para el Premio Nobel de Literatura
Juego
De una báltica gota emperadora
nimbada por un celio deslumbrante,
desprendías un aura fascinante
cual célibe diorama de la aurora.
Desde una ebriosa brisa soñadora
que llevaba la nube navegante,
yo trataba de hallar tu traficante,
el carmín de tu boca embriagadora.
La noción de un gacel me perseguía
por los fastos de gala serventía
siempre en pos de tu efigie sugerente
y mi pecho, en fragor se consumía
y en las tenues turquesas de mi vía,
jugaba con tu imagen en mi mente.
La bicha
Era el diario del rioba, chimentera,
la oreja siempre atenta que te bicha,
el secretito rojo que se espicha
y su oficio natal, casamentera,
el rostro de una activa espumadera,
cien ojos que te junan, que te ficha,
al lado del crespón o de la chicha
con su pinta de escarcha y de soltera.
Tal vez, gritó una vez su primavera,
vistió de percal fino la vereda
y tuvo su gavión tras de la tuna,
y en el beso escondido que se goza,
sus mejillas lucieron color rosa
y el loco corazón tuvo su Luna.
Manos
Hoy que miro mis manos devastadas
por la gama estelar de su aventura,
surgiendo del frontón de la espesura
que fueron su destino de moradas;,
manos febles, otrora acariciadas
como salmos de orfebre galanura,
en garrafal encanto de ternura
quizás por otras manos codiciadas,
estas manos de afanes, esperadas
por ansias de febriles alboradas,
trofeo de su amable envergadura,
manos nobles, por rimas esmaltadas,
por ritos de vejez hoy maculadas
después de tanto amar, tanta dulzura,
contagiosas de verbo, enajenadas
en la propia humildad que las perdura.
Escritor nacido en Junín, Provincia de Buenos Aires, el 2 de agosto de 1921.
Obras:
* Dátiles de arcano - cuentos macabros
* Brevas de ocio - cuentos costumbristas
* El anillo de ágatha - cuentos
* Auras y estrías - poesía
* Marianito - cuentos infantiles
* La ladrona - novela policial
* Helenio - ciencia ficción
* Cuentos memorables - cuentos
* Arlequín de estopa - poesía
* Juan S. Juan - novela costumbrista
* Violeta - policial
* Julia - ciencia ficción
* Rimas en la fronda - poesía
* El hombre que ha perdido la cabeza - ciencia ficción
* Confabulación - policial
* Gotas en la piel del surco - poesía
* La silla - novela costumbrista
* El ninfómano - ciencia ficción
* Clamides de nenúfar - poesía
* Una dama en la bañera - novela costumbrista
* Imágenes I a XII - cuadernillo - poesía
* Selección poética - cuadernillo - poesía
* Duendes y nelumbios - poesía
* Boedo - postales del ayer - cuadernillo
* Cuentos y glosas - cuadernillo
* Poemas olvidados - cuadernillo - poesía
* Númenes cautivos - poesía
* Imágenes XII a XXIV - cuadernillo - poesía
* Sondas de enigmas - ciencia ficción – integrada por 4 novelas cortas: * El reloj; * Un espejo sin imagen: * El transplante y * Un disco color plata
* Poemas olvidados
* Mazorcas adultas – poesía
* Pañuelo de bohemio – poesía
* Helenio y helenio otra vez – una ciencia ficción diferente
* Apenas una sonrisa -20 sonetos en lunfardo
* La revelación – esotérica
* ¿Vivir es un privilegio? – filosófica
* Verbos estallados
* Trapecio de proverbios – poesía
* Cachimba -novela
* Evaristo -novela
* En lunfa -sonetos, bisonetos y trisonetos enlunfardo
* Cantos postreros – poesía
* La patota –novela
* Versos ocre
(*) Propuesto por ASOLAPO (Asociación Latinoamericana de Poetas) para el Premio Nobel de Literatura
Juego
De una báltica gota emperadora
nimbada por un celio deslumbrante,
desprendías un aura fascinante
cual célibe diorama de la aurora.
Desde una ebriosa brisa soñadora
que llevaba la nube navegante,
yo trataba de hallar tu traficante,
el carmín de tu boca embriagadora.
La noción de un gacel me perseguía
por los fastos de gala serventía
siempre en pos de tu efigie sugerente
y mi pecho, en fragor se consumía
y en las tenues turquesas de mi vía,
jugaba con tu imagen en mi mente.
La bicha
Era el diario del rioba, chimentera,
la oreja siempre atenta que te bicha,
el secretito rojo que se espicha
y su oficio natal, casamentera,
el rostro de una activa espumadera,
cien ojos que te junan, que te ficha,
al lado del crespón o de la chicha
con su pinta de escarcha y de soltera.
Tal vez, gritó una vez su primavera,
vistió de percal fino la vereda
y tuvo su gavión tras de la tuna,
y en el beso escondido que se goza,
sus mejillas lucieron color rosa
y el loco corazón tuvo su Luna.
Manos
Hoy que miro mis manos devastadas
por la gama estelar de su aventura,
surgiendo del frontón de la espesura
que fueron su destino de moradas;,
manos febles, otrora acariciadas
como salmos de orfebre galanura,
en garrafal encanto de ternura
quizás por otras manos codiciadas,
estas manos de afanes, esperadas
por ansias de febriles alboradas,
trofeo de su amable envergadura,
manos nobles, por rimas esmaltadas,
por ritos de vejez hoy maculadas
después de tanto amar, tanta dulzura,
contagiosas de verbo, enajenadas
en la propia humildad que las perdura.
Esteban Ierardo
Licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires.
Licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires.
Autor de numerosos ensayos sobre arte, filosofía y mito, y de novelas y libros de poesía.
Profesor de las carreras de Sociología y Ciencias de la Comunicación de la UBA; profesor del área de Letras del Centro Cultural Rojas y Borges; y profesor asociado de la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino.
Es creador y director de la página cultural www.temakel.com y de la revista digital Kenos.
Deseo de gloria
¿Dónde encontraré la gloria?
¿La encontraré cuando camino entre castillos destruidos
o al esquivar
puñales de hielo
en este tiempo de valles congelados?
¿Encontraré lo glorioso
en esta era sin fuego
ni altares
de dioses de vino y ensueño?
Y mientras dura mi incertidumbre
invito a la luna
a fulgurar en mis cabellos
con sus rayos de plata;
a la mujer la acaricio, penetro y venero
para que en la tierra siembre
campanadas fértiles;
al cóndor le imploro que grite
algo noble entre los vientos;
a los cristales de los altos edificios
les propongo que celebren la risa del sol;
al pez le pido que guíe
mi deseo del brillo digno
hasta los lechos profundos;
y la luna, la mujer, el cóndor, los cristales y el pez me contestan,
pero, aun así,
no encuentro molinos de aspas gloriosas en mí;
no relampaguean
cáliz sublimes
en mi garganta
lastimada de sequedad.
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
Recorro el océano de rizos de agua
y algo glorioso encuentro;
observo el lento y tierno bosque de caricias
de la madre sobre el hijo,
y algo glorioso descubro;
me acerco a las manos de amor del niño
sobre la piel del animal,
y algo glorioso encuentro;
contemplo las alas del ave
que derraman
lavas de dicha
en cimas celestes,
y algo glorioso descubro;
pero en mi historia y mi oxígeno,
en mis ojos de volcanes rugientes
aún no descubro
el calor y vértigo glorioso.
Entonces, dime, dime: ¿dónde encontraré la gloria?
¿Cómo podré encontrarla entre la pasión asesinada,
entre la belleza castigada,
y la poesía asfixiada?
¿Cómo podré encontrarla en la selva
urbana y superficial
donde no se bebe
el licor del rayo
ni los jugos de la diosa
del bosque profundo?
¿Cómo haré para ser
cascada gloriosa
en el pozo
de los mercaderes y frívolos?
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
¿Dónde, dónde me bañaré en sangre de dragones?
¿Dónde renaceré en el vientre de una antigua diosa?
¿Dónde descubriré las armaduras
que reflejen los cielos
del vuelo libre del halcón?
¿Dónde descubriré
el relámpago
que me conceda
voz de trueno
para invocar
a las musas
de la poesía
sagrada?
¿Dónde está la gloria?
¿Dónde podré encontrarla?
Sólo en los libros
de fatigada historia
hallo las batallas
donde defender la honra.
Pero ahora ya no tengo
la espada
ni el yelmo de alas terribles;
no tengo caballo
ni el combate de la estampida heroica;
no tengo la bendición
de una bandera de colores fogosos
ni el beso de la princesa
de bellos huertos en sus senos
y de cristales de agua tersa en sus ojos.
Sólo tengo en las espaldas
puñales de angustia
y el raro destino de venerar
aún, solitario,
el fuego y la nube.
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
No sé dónde encontrarte.
Pero, ten por seguro
que te buscaré
aun entre las calles que ignoran la rareza de mis plumas;
aun dentro de la tumba del Quijote derrotado;
te buscaré
entre los cementerios
de árboles y estandartes,
porque sé que
en alguna repentina tormenta futura
mi corazón
al fin lo devorará
la diosa
que enciende de fuegos claros
la mañana que
gloriosa
siempre vuelve.
Vuelve.
A pesar de la niebla fría.
Niño que corre
Niño que corre,
por las orillas de las selvas,
por los humos del ocaso,
por la sangre de la cierva blanca.
Niño que corre,
entre la bestial ráfaga de lo estúpido;
entre blancos huesos en los jardines;
entre chimeneas y pájaros inertes.
Niño que corre,
sobre cerros de serpientes;
sobre el hipopótamo frenético;
sobre las ballenas de las melodías de agua.
Niño que corre,
dentro
de la ácida mueca del misil;
dentro
del violín desmembrado en las máquinas;
dentro
del húmedo sufrir del árbol;
dentro del cansancio.
Sin fe en el renacer.
Niño que corre,
en los himnos del bosque;
en langostas que trepan hacia el relámpago;
en rocas que meditan en orgías creadoras;
en
uvas
que
chisporrotean.
En
nimbados
ojos
de los dioses.
Niño que corres,
para que un artista
todavía sea
el que se burla de las tumbas.
Samurai
I
Tenue cae la nieve, sobre los bosques de cedros.
Emocionado, camina el viento sobre los cerezos.
El pájaro narra la aventura de volar.
La montaña reposa con sus brazos de rocas.
Es la quietud.
El reflejo de la cima blanca
sobre las pupilas del lago.
El Fujiyama cabrillea en el agua.
El agua libera poemas.
Y arriba una espada brilla.
El sol es.
II
Lento es el movimiento.
El acariciar de los dedos sobre la flor.
El cerezo medita.
A veces, se ve un pensamiento.
Hay una mente, de nervaduras y hojas.
El Samurai contempla.
Piensa.
III
Sobre el papel de arroz
el pincel susurra la tinta.
Tinta negra.
La esperanza baila,
aunque no se mueva.
La primavera lo dice en el bosque.
En el anillo de la madera.
La mano que brotó del filo del sable,
ya debe escribir:
Bushido.
IV
El árbol está firme.
Tú debes llegar a la firmeza.
Tu paso no será confuso.
Caminarás en el dorso del paisaje.
Que permanece.
La belleza no huye.
Los valores claros no se sepultan.
La roca le es fiel a la tierra.
La nube le es fiel al sol.
Tú serás fiel a tu Señor.
V
La mariposa descansa.
El rayo la contempla.
La admira.
VI
En la aldea vive la suavidad de mujer.
Allí, su vientre crea la nueva sonrisa.
Para el cerezo.
VII
Tu piel es el lecho,
para que se posen los principios.
Nunca los olvides.
Nunca los traiciones.
Sé el agua
que nunca abandona su cauce.
Tu cuerpo,
ataviado para la guerra,
que sea la playa,
la arena,
donde siempre se repitan los valores:
compasión, lealtad, servicio, coraje,
justicia. sinceridad, cortesía.
Honor.
VIII
En la fragua se repiten los truenos.
Luego el sol brilla en el horno.
El herrero se enorgullece con el calor.
Siembra tormentas con su martillo, en el metal.
Los hombres sin valor son imprecisos, vagos.
La verdad es precisa, continua.
El número exacto de golpes se necesita
para el nuevo brazo.
La matemática precisa del martillo es necesaria,
para explicar el nuevo brazo que te ha nacido.
Tu espada.
IX
La mañana despierta a los caballos.
Lo bello sopla un ciempiés.
Es la hora de la furia
del espíritu y el metal.
En el hogar,
ahora
los extranjeros levantan ídolos de oro.
Y crean los ejércitos
de cañones y fusiles y soldados sin ancestros.
Que matan a la distancia.
Pero tú eres guerrero.
Eres samurai.
Eres el que venera al Emperador,
dios en la tierra.
Eres el que honra al enemigo
al atravesar sus entrañas.
Cara a cara.
Y montas en los caballos, tan orgullosos como tú.
Las armaduras esculpen el gesto feroz.
La espada en alto.
El sol
que aúlla
en el dorso de los sables
y las lanzas.
Frente están las milicias urdidas por el extranjero,
las sombras del Imperio que se inclina.
Pero el Samurai brilla.
Que corran ya los caballos.
Que aúlle el aire al paso filoso de las espadas.
Miles de guerreros de antaño erupcionan en tu brazo,
Samurai,
el que extiendes hacia el tiempo nuevo que viene.
Y la punta de tu espada
ya necesita esgrimir
el dulce tajo sobre la carne.
Tu ira exige ya
el cuello enemigo.
Pero las ametralladoras te insultan por primera vez.
Imperceptibles, silban los dardos fulminantes.
Ebrio,
preciso,
corre el huracán cobarde
de las balas pequeñas.
Que no aceptan el combate valeroso,
pecho contra pecho.
Y ahora reinan
los torrentes rojos
que esmaltan la tierra del combate.
Que vieron tus antepasados.
Y la montaña se derrumba.
Lenta.
Su reflejo se sofoca en el lago.
Las armaduras crujen
entre vendavales de astillas.
Junglas de sangre escupen los cuerpos.
El aire enrarecido se regocija con la muerte.
Y tu espada cae.
Lenta.
Delicada.
El claro metal contempla los cerezos.
Has sido el honor.
Y tu espada cae.
Lenta.
Sobre la hierba herida.
¿Dónde encontraré la gloria?
¿La encontraré cuando camino entre castillos destruidos
o al esquivar
puñales de hielo
en este tiempo de valles congelados?
¿Encontraré lo glorioso
en esta era sin fuego
ni altares
de dioses de vino y ensueño?
Y mientras dura mi incertidumbre
invito a la luna
a fulgurar en mis cabellos
con sus rayos de plata;
a la mujer la acaricio, penetro y venero
para que en la tierra siembre
campanadas fértiles;
al cóndor le imploro que grite
algo noble entre los vientos;
a los cristales de los altos edificios
les propongo que celebren la risa del sol;
al pez le pido que guíe
mi deseo del brillo digno
hasta los lechos profundos;
y la luna, la mujer, el cóndor, los cristales y el pez me contestan,
pero, aun así,
no encuentro molinos de aspas gloriosas en mí;
no relampaguean
cáliz sublimes
en mi garganta
lastimada de sequedad.
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
Recorro el océano de rizos de agua
y algo glorioso encuentro;
observo el lento y tierno bosque de caricias
de la madre sobre el hijo,
y algo glorioso descubro;
me acerco a las manos de amor del niño
sobre la piel del animal,
y algo glorioso encuentro;
contemplo las alas del ave
que derraman
lavas de dicha
en cimas celestes,
y algo glorioso descubro;
pero en mi historia y mi oxígeno,
en mis ojos de volcanes rugientes
aún no descubro
el calor y vértigo glorioso.
Entonces, dime, dime: ¿dónde encontraré la gloria?
¿Cómo podré encontrarla entre la pasión asesinada,
entre la belleza castigada,
y la poesía asfixiada?
¿Cómo podré encontrarla en la selva
urbana y superficial
donde no se bebe
el licor del rayo
ni los jugos de la diosa
del bosque profundo?
¿Cómo haré para ser
cascada gloriosa
en el pozo
de los mercaderes y frívolos?
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
¿Dónde, dónde me bañaré en sangre de dragones?
¿Dónde renaceré en el vientre de una antigua diosa?
¿Dónde descubriré las armaduras
que reflejen los cielos
del vuelo libre del halcón?
¿Dónde descubriré
el relámpago
que me conceda
voz de trueno
para invocar
a las musas
de la poesía
sagrada?
¿Dónde está la gloria?
¿Dónde podré encontrarla?
Sólo en los libros
de fatigada historia
hallo las batallas
donde defender la honra.
Pero ahora ya no tengo
la espada
ni el yelmo de alas terribles;
no tengo caballo
ni el combate de la estampida heroica;
no tengo la bendición
de una bandera de colores fogosos
ni el beso de la princesa
de bellos huertos en sus senos
y de cristales de agua tersa en sus ojos.
Sólo tengo en las espaldas
puñales de angustia
y el raro destino de venerar
aún, solitario,
el fuego y la nube.
Dime, dime entonces: ¿dónde encontraré la gloria?
No sé dónde encontrarte.
Pero, ten por seguro
que te buscaré
aun entre las calles que ignoran la rareza de mis plumas;
aun dentro de la tumba del Quijote derrotado;
te buscaré
entre los cementerios
de árboles y estandartes,
porque sé que
en alguna repentina tormenta futura
mi corazón
al fin lo devorará
la diosa
que enciende de fuegos claros
la mañana que
gloriosa
siempre vuelve.
Vuelve.
A pesar de la niebla fría.
Niño que corre
Niño que corre,
por las orillas de las selvas,
por los humos del ocaso,
por la sangre de la cierva blanca.
Niño que corre,
entre la bestial ráfaga de lo estúpido;
entre blancos huesos en los jardines;
entre chimeneas y pájaros inertes.
Niño que corre,
sobre cerros de serpientes;
sobre el hipopótamo frenético;
sobre las ballenas de las melodías de agua.
Niño que corre,
dentro
de la ácida mueca del misil;
dentro
del violín desmembrado en las máquinas;
dentro
del húmedo sufrir del árbol;
dentro del cansancio.
Sin fe en el renacer.
Niño que corre,
en los himnos del bosque;
en langostas que trepan hacia el relámpago;
en rocas que meditan en orgías creadoras;
en
uvas
que
chisporrotean.
En
nimbados
ojos
de los dioses.
Niño que corres,
para que un artista
todavía sea
el que se burla de las tumbas.
Samurai
I
Tenue cae la nieve, sobre los bosques de cedros.
Emocionado, camina el viento sobre los cerezos.
El pájaro narra la aventura de volar.
La montaña reposa con sus brazos de rocas.
Es la quietud.
El reflejo de la cima blanca
sobre las pupilas del lago.
El Fujiyama cabrillea en el agua.
El agua libera poemas.
Y arriba una espada brilla.
El sol es.
II
Lento es el movimiento.
El acariciar de los dedos sobre la flor.
El cerezo medita.
A veces, se ve un pensamiento.
Hay una mente, de nervaduras y hojas.
El Samurai contempla.
Piensa.
III
Sobre el papel de arroz
el pincel susurra la tinta.
Tinta negra.
La esperanza baila,
aunque no se mueva.
La primavera lo dice en el bosque.
En el anillo de la madera.
La mano que brotó del filo del sable,
ya debe escribir:
Bushido.
IV
El árbol está firme.
Tú debes llegar a la firmeza.
Tu paso no será confuso.
Caminarás en el dorso del paisaje.
Que permanece.
La belleza no huye.
Los valores claros no se sepultan.
La roca le es fiel a la tierra.
La nube le es fiel al sol.
Tú serás fiel a tu Señor.
V
La mariposa descansa.
El rayo la contempla.
La admira.
VI
En la aldea vive la suavidad de mujer.
Allí, su vientre crea la nueva sonrisa.
Para el cerezo.
VII
Tu piel es el lecho,
para que se posen los principios.
Nunca los olvides.
Nunca los traiciones.
Sé el agua
que nunca abandona su cauce.
Tu cuerpo,
ataviado para la guerra,
que sea la playa,
la arena,
donde siempre se repitan los valores:
compasión, lealtad, servicio, coraje,
justicia. sinceridad, cortesía.
Honor.
VIII
En la fragua se repiten los truenos.
Luego el sol brilla en el horno.
El herrero se enorgullece con el calor.
Siembra tormentas con su martillo, en el metal.
Los hombres sin valor son imprecisos, vagos.
La verdad es precisa, continua.
El número exacto de golpes se necesita
para el nuevo brazo.
La matemática precisa del martillo es necesaria,
para explicar el nuevo brazo que te ha nacido.
Tu espada.
IX
La mañana despierta a los caballos.
Lo bello sopla un ciempiés.
Es la hora de la furia
del espíritu y el metal.
En el hogar,
ahora
los extranjeros levantan ídolos de oro.
Y crean los ejércitos
de cañones y fusiles y soldados sin ancestros.
Que matan a la distancia.
Pero tú eres guerrero.
Eres samurai.
Eres el que venera al Emperador,
dios en la tierra.
Eres el que honra al enemigo
al atravesar sus entrañas.
Cara a cara.
Y montas en los caballos, tan orgullosos como tú.
Las armaduras esculpen el gesto feroz.
La espada en alto.
El sol
que aúlla
en el dorso de los sables
y las lanzas.
Frente están las milicias urdidas por el extranjero,
las sombras del Imperio que se inclina.
Pero el Samurai brilla.
Que corran ya los caballos.
Que aúlle el aire al paso filoso de las espadas.
Miles de guerreros de antaño erupcionan en tu brazo,
Samurai,
el que extiendes hacia el tiempo nuevo que viene.
Y la punta de tu espada
ya necesita esgrimir
el dulce tajo sobre la carne.
Tu ira exige ya
el cuello enemigo.
Pero las ametralladoras te insultan por primera vez.
Imperceptibles, silban los dardos fulminantes.
Ebrio,
preciso,
corre el huracán cobarde
de las balas pequeñas.
Que no aceptan el combate valeroso,
pecho contra pecho.
Y ahora reinan
los torrentes rojos
que esmaltan la tierra del combate.
Que vieron tus antepasados.
Y la montaña se derrumba.
Lenta.
Su reflejo se sofoca en el lago.
Las armaduras crujen
entre vendavales de astillas.
Junglas de sangre escupen los cuerpos.
El aire enrarecido se regocija con la muerte.
Y tu espada cae.
Lenta.
Delicada.
El claro metal contempla los cerezos.
Has sido el honor.
Y tu espada cae.
Lenta.
Sobre la hierba herida.
Hugo Mujica
Escritor nacido en Buenos Aires en 1942.
Libros publicados
Ensayos:
* Kyrie Eleison (1991)
* Kénosis (1992)
* La palabra inicial (1995)
* Flecha en la niebla (1997)
* Poéticas del vacío (2002)
* Lo naciente (2007)
* La casa y otros ensayos (2008)
* La pasión según Georg Trakl (2009)
Cuentos:
* Solemne y mesurado (1990)
* Bajo toda la lluvia del mundo (2008)
Poesía:
* Poesía completa. 1983-2004 (Seix Barral, 2005)
Alba
quieto,
como no moviéndose
para que la sangre no rebase
la boca
quieto,
como sintiendo un pájaro
herido
en la palma de la mano
sin cerrar la mano
sin abrir los ojos.
hay una fe que es absoluta:
una fe sin esperanza.
Hace apenas días
hace apenas días murió mi padre,
hace apenas tanto.
cayó sin peso,
como los párpados al llegar
la noche o una hoja
cuando el viento no arranca, acuna.
hoy no es como otras lluvias
hoy llueve por vez primera
sobre el mármol de su tumba.
bajo cada lluvia
podría ser yo quien yace, ahora lo sé,
ahora que he muerto en otro.
Orillas
afuera ladra un perro
a una sombra, a su eco
o a la luna
para hacer menos cruel la distancia.
siempre es para huir que cerramos
una puerta,
es desierto la desnudez que no es promesa
la lejanía
de estar cerca sin tocarse
como bordes de la misma herida.
adentro no cabe adentro,
no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
los que me anuncian mi nombre.
Lo abierto
Cae quieta la lluvia,
lo abierto mana.
Cae la lluvia, cae sobre
la espera,
en la caída la lluvia es su camino
y el camino su llegada.
Hay que osar lo abierto y la caída:
el desierto de la sed
no la sed del desierto.
Afueras
Puerta en medio del campo:
lindero y puente entre dos afueras.
El borde del salto no es una orilla, es la vida,
al borde de cada vida.
Lo que el abrazo abarca
gotea el grifo
y algo de la piedra se va en el agua,
muere
como si fuese humana.
buscamos retener lo que en el otro
se va yendo,
lo que a veces se derrumba
pero es apenas la despedida
lo que el abrazo abarca.
Más hondo
Hay vidas
en las que el alma
se abre
más hondo
que donde esas vidas laten,
se abre como un relámpago
sin cielo ni trueno,
como una herida sin pecho
o un abismo
donde la belleza es alba.
Entrega
Sin ecos,
en una tierra sin nombre,
un arroyo
murmura su paso,
transparenta su huella.
Ajena a sí nace la entrega,
adentrándose en la noche
se borra la propia sombra.
Nieve al viento
Libros publicados
Ensayos:
* Kyrie Eleison (1991)
* Kénosis (1992)
* La palabra inicial (1995)
* Flecha en la niebla (1997)
* Poéticas del vacío (2002)
* Lo naciente (2007)
* La casa y otros ensayos (2008)
* La pasión según Georg Trakl (2009)
Cuentos:
* Solemne y mesurado (1990)
* Bajo toda la lluvia del mundo (2008)
Poesía:
* Poesía completa. 1983-2004 (Seix Barral, 2005)
Alba
quieto,
como no moviéndose
para que la sangre no rebase
la boca
quieto,
como sintiendo un pájaro
herido
en la palma de la mano
sin cerrar la mano
sin abrir los ojos.
hay una fe que es absoluta:
una fe sin esperanza.
Hace apenas días
hace apenas días murió mi padre,
hace apenas tanto.
cayó sin peso,
como los párpados al llegar
la noche o una hoja
cuando el viento no arranca, acuna.
hoy no es como otras lluvias
hoy llueve por vez primera
sobre el mármol de su tumba.
bajo cada lluvia
podría ser yo quien yace, ahora lo sé,
ahora que he muerto en otro.
Orillas
afuera ladra un perro
a una sombra, a su eco
o a la luna
para hacer menos cruel la distancia.
siempre es para huir que cerramos
una puerta,
es desierto la desnudez que no es promesa
la lejanía
de estar cerca sin tocarse
como bordes de la misma herida.
adentro no cabe adentro,
no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
los que me anuncian mi nombre.
Lo abierto
Cae quieta la lluvia,
lo abierto mana.
Cae la lluvia, cae sobre
la espera,
en la caída la lluvia es su camino
y el camino su llegada.
Hay que osar lo abierto y la caída:
el desierto de la sed
no la sed del desierto.
Afueras
Puerta en medio del campo:
lindero y puente entre dos afueras.
El borde del salto no es una orilla, es la vida,
al borde de cada vida.
Lo que el abrazo abarca
gotea el grifo
y algo de la piedra se va en el agua,
muere
como si fuese humana.
buscamos retener lo que en el otro
se va yendo,
lo que a veces se derrumba
pero es apenas la despedida
lo que el abrazo abarca.
Más hondo
Hay vidas
en las que el alma
se abre
más hondo
que donde esas vidas laten,
se abre como un relámpago
sin cielo ni trueno,
como una herida sin pecho
o un abismo
donde la belleza es alba.
Entrega
Sin ecos,
en una tierra sin nombre,
un arroyo
murmura su paso,
transparenta su huella.
Ajena a sí nace la entrega,
adentrándose en la noche
se borra la propia sombra.
Nieve al viento
Copos de nieve al viento,
caen desde su ahora,
caen sobre su aquí.
Cuando no hay ayer, cuando
hoy es olvido,
no hay con qué imaginar mañanas:
hay sólo lo que siempre hay,
hay este estar naciendo.
Estrella fugaz
A cada bosque
sus hojas al viento,
a cada vida su
espera:
su sábana blanca ondeando
en la noche
bajo una estrella que cae.
Amanece y callo
Amanece y
callo;
callo todo miedo, callo cualquier
presagio,
busco un alba virgen de mí,
busco el nacer de la luz,
no su alumbrarme.
Nace el día
Nace el día,
la claridad en la que todo
se muestra,
lo que hacia ella brota
y lo que su misma luz marchita.
Todo nacer pide desnudez,
como la pide el amor,
como la regala la muerte.
caen desde su ahora,
caen sobre su aquí.
Cuando no hay ayer, cuando
hoy es olvido,
no hay con qué imaginar mañanas:
hay sólo lo que siempre hay,
hay este estar naciendo.
Estrella fugaz
A cada bosque
sus hojas al viento,
a cada vida su
espera:
su sábana blanca ondeando
en la noche
bajo una estrella que cae.
Amanece y callo
Amanece y
callo;
callo todo miedo, callo cualquier
presagio,
busco un alba virgen de mí,
busco el nacer de la luz,
no su alumbrarme.
Nace el día
Nace el día,
la claridad en la que todo
se muestra,
lo que hacia ella brota
y lo que su misma luz marchita.
Todo nacer pide desnudez,
como la pide el amor,
como la regala la muerte.
Laura Yasán
Escritora nacida en Buenos Aires, Argentina, en 1960.
Libros publicados:
* Doble de alma (poemas, Tierra Firme, 1995)
* Cambiar las armas (poemas, Botella al mar, 1997)
* Loba negra (poemas, La bohemia, 1999 y Editorial Educa 1999)
* Cotillón para desesperados (poemas, La bohemia, 2001)
* Tracción a sangre (poemas, La bohemia, 2004)
* Ripio (poemas, Grupo Editorial latinoamericano, 2007)
* la llave Marilyn (Edit.Casa de las Américas, Cuba, 2009)
eva test
de mujer a mujer ¿cuál fue la clave de tu éxito?
el arte de negar pasó de moda
y hay que ser más que una rubia tarada
para creer que las serpientes hablan
de mujer a mujer ¿cuántos adanes hubo?
lo del pecado se complicó
tuvimos que inventar el matrimonio
tuvimos que inventar la esclavitud
de mujer a mujer no te perdiste nada
ahora hay una ropa que es divina
y un millón de productos para el lavado
es un plan imperfecto
¿creías que lo tuyo fue traumático?
la inquisición nos prendió fuego
no han entendido nada
no hay escuelas para perder la juventud
la manzana fue siempre un fruto popular
de mujer a mujer
eva es tan tarde
que el látex nos ampare
trabajos insalubres
mi primer novio era bombero
nos conocimos en un incendio
tenía una profunda vocación de rescate
las uñas sucias
le era imposible mantener una llama
el segundo fue triste
mi primer marido era asesino serial
se llevaba trabajo a la cama
eso arruinó nuestra relación
no soporto a los obsesivos
el segundo fue vago
mi primer amante era un burócrata de la angustia
lo conocí en la góndola de los depresivos
el segundo fue raro
mi psicólogo preguntó por mi padre
fue el primero
el segundo también
preguntó por mi padre
era un hombre callado
fabricaba angelitos de plástico
y qué con eso
recursos humanos
busco trabajo
puedo ver a través de las paredes
transformarse el valor en una sombra
hablo lenguajes que no existen
huelo el miedo a kilómetros
soy fuerte
expeditiva
sé caminar sobre las aguas
de cualquier temporal
fui empleada en empresas inútiles
traigo una carta de recomendación
no deje que se acerque
es peligrosa
mide las consecuencias con un piolín gastado
no bailo por dinero
sé cavarme la fosa por el salario mínimo
por un billete más
puedo ver el futuro en las hojas del té
domesticar leopardos con la mente
Escritora nacida en Buenos Aires, Argentina, en 1960.
Libros publicados:
* Doble de alma (poemas, Tierra Firme, 1995)
* Cambiar las armas (poemas, Botella al mar, 1997)
* Loba negra (poemas, La bohemia, 1999 y Editorial Educa 1999)
* Cotillón para desesperados (poemas, La bohemia, 2001)
* Tracción a sangre (poemas, La bohemia, 2004)
* Ripio (poemas, Grupo Editorial latinoamericano, 2007)
* la llave Marilyn (Edit.Casa de las Américas, Cuba, 2009)
eva test
de mujer a mujer ¿cuál fue la clave de tu éxito?
el arte de negar pasó de moda
y hay que ser más que una rubia tarada
para creer que las serpientes hablan
de mujer a mujer ¿cuántos adanes hubo?
lo del pecado se complicó
tuvimos que inventar el matrimonio
tuvimos que inventar la esclavitud
de mujer a mujer no te perdiste nada
ahora hay una ropa que es divina
y un millón de productos para el lavado
es un plan imperfecto
¿creías que lo tuyo fue traumático?
la inquisición nos prendió fuego
no han entendido nada
no hay escuelas para perder la juventud
la manzana fue siempre un fruto popular
de mujer a mujer
eva es tan tarde
que el látex nos ampare
trabajos insalubres
mi primer novio era bombero
nos conocimos en un incendio
tenía una profunda vocación de rescate
las uñas sucias
le era imposible mantener una llama
el segundo fue triste
mi primer marido era asesino serial
se llevaba trabajo a la cama
eso arruinó nuestra relación
no soporto a los obsesivos
el segundo fue vago
mi primer amante era un burócrata de la angustia
lo conocí en la góndola de los depresivos
el segundo fue raro
mi psicólogo preguntó por mi padre
fue el primero
el segundo también
preguntó por mi padre
era un hombre callado
fabricaba angelitos de plástico
y qué con eso
recursos humanos
busco trabajo
puedo ver a través de las paredes
transformarse el valor en una sombra
hablo lenguajes que no existen
huelo el miedo a kilómetros
soy fuerte
expeditiva
sé caminar sobre las aguas
de cualquier temporal
fui empleada en empresas inútiles
traigo una carta de recomendación
no deje que se acerque
es peligrosa
mide las consecuencias con un piolín gastado
no bailo por dinero
sé cavarme la fosa por el salario mínimo
por un billete más
puedo ver el futuro en las hojas del té
domesticar leopardos con la mente
Luis Benítez
Nació en Buenos Aires, el 10 de noviembre de 1956.
Libros publicados:
* Poemas de la Tierra y la Memoria (poesía, Ed. Stephen and Bloom, Bs. As., 1980);
* Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida (poesía, Ed. Ultimo Reino, Bs. As., 1983);
* Poesía Inédita de Hoy (Un panorama contemporáneo de la poesía inédita argentina) (introducción, notas y selección de 100 autores, Ed. NOUS, Bs. As., 1983);
* Juan L. Ortiz: El Contra-Rimbaud (ensayo, 1ra. ed. Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. ed. Ed. Filofalsía, Bs. As. 1986);
* Behering y otros poemas (poesía, 1ra. ed., Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. Ed. Cuadernos del Zopilote, México D.F., 1993);
* Guerras, Epitafios y Conversaciones (poesía, Ed. Satura, Bs. As., 1989);
* Fractal (poesía, Ed. Correo Latino, Bs. As., 1992);
* El Pasado y las Vísperas (poesía, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1995);
* El Horror en la Narrativa de Alberto Jiménez Ure (ensayo, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1996);
* Selected Poems (antología poética, selección y traducción de Verónica Miranda, Ed. Luz Bilingual Publishing, Inc. Los Angeles, EE.UU., 1996);
* La Yegua de la Noche (poesía, Ediciones Del Castillo, Santiago de Chile, Chile, 2001);
* Tango del Mudo (novela, Ed. de la Plaza, Montevideo, Uruguay, 1997. Ed. Piel de Leopardo/Wordtheque, Bs. As., 2003. Edición en e-book, Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2004);
* Zapping (cuentos en e-book, Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2004);
* Jorge Luis Borges: La tiniebla y la gloria (ensayo, Ed. Ojos de Papel/Ediciones Lea, Madrid, España, 2004);
* El venenero y otros poemas (poesía, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2005).
* Antología poética (antología en e-book, introducción, selección y notas de Alejandro Elissagaray, Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2005);
* La tarde del elefante y otros poemas (poesía, Ed. Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2006; 2da. edición, Ediciones Azafrán y Cinabrio, México, 2008);
* 18 Whiskies (teatro, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2006);
* La novelística de Teódulo López Meléndez: escribir desde la fisura (ensayo, Ed. Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2007);
* Carl Jung: un chamán del siglo XX (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2007);
* Sigmund Freud, el descubrimiento del inconsciente (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2008);
* Erich Fromm: el amor, el psicoanálisis y el hombre (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2008);
* Diccionario de Filosofía (2 tomos, Ediciones Pluma y Papel, Buenos Aires, 2008);
* Los cuentos de Horacio Quiroga (ensayo introductorio y selección de Luis Benítez, Editorial Díada, Buenos Aires, 2008).
- En el país de las maravillas… (Los mejores cuentos fantásticos) (introducción y selección de Luis Benítez, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2009).
- ¡Elemental, Watson! (Los mejores cuentos policiales) (introducción y selección de Luis Benítez, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2009).
Del amor por los bárbaros
Lo opuesto busca su opuesto
Y en lo blanco la gota que hay de negro
Crece
Hasta hacer lo blanco negro
Y así en lo contrario hace la gota blanca
Todos deseamos lo opuesto
Que encarna frente a ti
De tanto en tanto
Y trae su exótica religión su idea del asunto
Sus distracciones sus aparentes crueldades
El poco cuidado con que trata los más preciados dones
Las ofrendas y regalos que destinábamos
Antes
A nuestro propio fetiche
Tal nuestra donación
Los bárbaros poseen la ingenuidad de lo que fuimos
Aquello que en ellos no ha crecido nunca
O bien nunca lo ha hecho en esta dirección
Son lo que fue posible que fuéramos hoy y no prosperó
Por eso la ternura el celo el interés que sentimos
Por su aparente torpeza
Su falta constante de consideración
Nuestro consuelo cuando nos matan sus actos
es mirarlos benignamente
Y acariciar o al menos intentar hacerlo
La brutalidad que destroza y que
Cuando se les reprocha
Sinceramente no comprenden
Como no comprenderían si llorásemos delante de ellos
El porqué de todas esas lágrimas se sienten inocentes
Lo son nuestra es la tragedia de entenderlo
Y de entender que nada podemos hacer
Ni por amor ni por odio para redimir a la criatura
De su condición de bárbara
Este de todos los dones es quizás el más extraño
Que nos dieron nuestros dioses
Nuestros dioses que no existen
También están esos bárbaros que se nos parecen
Pero no son nosotros cuídate sobre todo de ellos
Son los más peligrosos son los que realmente
Llegan a tu corazón
Con sus similitudes
Sus engaños de los que son desde luego
Totalmente inocentes
Pero nadie cambia a los bárbaros
Y cuando aparece su barbarie expresa su “bajeza”
Su “violencia” su “impiedad” su fastidiosa negligencia extrema
Ya están dentro de nosotros y es tarde
Muy tarde para todo
Y no se van jamás de aquello
Que conquistó su impericia su malicia inconsciente
Y también su destreza
Largamente adquirida
En combate contra otros bárbaros
Seremos su triunfo la gota de alegría infantil
Que dura un día
La jactancia a solas que pronto se disipa
Nuestras serán las ruinas las veneradas estatuas
Rotas que vendimos por ellos a precio de mercado
Nada o casi nada vale algo nuestro entre los bárbaros
Y nuestra será la noche donde algo se incendiará
Eternamente para siempre en llamas
Por amor a los bárbaros
Veo a una mujer maquillarse
Veo a una mujer maquillarse cualquier mujer y cambia
primero está pensando en otra cosa (porque cuando una mujer
comienza a maquillarse aún no ha separado este acto del resto del día)
Pero luego disponiendo los objetos varios que la ceremonia
determina preciosamente en su exacto lugar en torno de sus manos
la mujer sabe que algo ha ingresado de nuevo a este mundo
Se abstiene sin embargo de nombrar eso que viene
Polvos cremas pinturas para la delicada construcción
lápices que escribirán otras palabras que estas
palabras que intentarán decir a la que esconde
La otra como ella se ve debe ser dibujada por esta la que se asoma
al espejo para verla
Ella está como tímida ante su hermana mayor que insiste insiste
“sácame de la nada invócame haz que nuevamente sea
entre los seres las horas y las cosas
haz que sea nuevamente entre los hombres
sí sobre todo haz que nuevamente sea entre los hombres”
Y la pequeña se somete al llamado de la grande
y la saca y la dibuja en el espejo
Del otro lado se queda ella colocada en el dibujo
Polvos cremas pinturas lápices el instrumental es el mismo
de todas las ceremonias semejantes
quien fabrica estas cosas sí que sabe lo que hace
Veo a una mujer maquillarse y me fascina
Por su parte y como siempre la mujer sólo está fascinada por sí misma
Nada ni nadie existe ni cuando se acerca al espejo
ni cuando está ante el espejo ni cuando se quita de él
Extraña especie tan cantada y sorda
Navega por la vida atada a su poder y lo puesto en sus oídos
lo colocado ante sus ojos lo concentrado en su boca la salva de caer
Será por eso que ante una estamos siempre solos
Enigmas de lo que no puede caer
Ahora traza una línea ha dudado no por no saber sino porque
conociendo el significado de la ceremonia goza de lo preliminar
ahora traza una línea y divide el día en dos
Ya fue hecho lo demás es desarrollo
una línea azul oscura apenas un trazo
sobre el ojo izquierdo que ha sido completamente transformado
Ya no es un ojo humano no es el ojo que vino con ella del vientre que sabía
que paría a una mujer sino un ojo de ella
definitivamente suyo
El ojo mira al resto en el espejo y está satisfecho
parpadea para alentar a la mujer
La otra la mira desde ese ojo donde ya se asoma y vigilante
la obliga a lo demás
Sin embargo la mujer hace una pausa a medias maquillada bebe
una taza de té hay un placer en eso de andar
a medias maquillada por el mundo
Paralelamente es como demostrarle todavía
a la otra un diminuto poder
una ligera potencia que alcanza a diferirla
pero que no podrá evitarla
Cosa que ambas saben y agradecen
Pero finalmente también el ojo derecho cambia y la otra ya ve
perfectamente en el espejo ahora es ella la que ve
y la primera mujer se va yendo lentamente trazo a trazo
Hay unas cremas castañas untuosas
con las que las mujeres cambian de piel
no oscurecen la suya sino que sacan
la otra piel de las mejillas la dejan asomar
Ignoro por completo el nombre de ese ungüento
Como ignoro los nombres
de los otros elementos de la ceremonia porque ellos y sus nombres
pertenecen por completo al otro mundo
El que convive con el del hombre en esta tierra y en la historia
Nombres cosas términos precisos que no podemos comprender
que vienen de otra lengua que son dichos en otra lengua
mucho más sugestiva que la nuestra
una lengua que está hecha para usarla en voz baja casi susurrándola
Porque no pertenece al universo de las grandes expansiones sino
al de la reserva al de lo íntimo lo cerrado
En esa lengua hablan entre sí las mujeres
y hablan ante el espejo con la otra
Donde un gesto quiere decir otra cosa donde ninguna palabra
se corresponde con las nuestras allí en esa lengua una mujer se maquilla
y nosotros creemos que se adorna
Ante el espejo todo ha sido consumado y la otra ya está en este mundo
la mujer anterior se ha ido y esta es la que se mira entera
Mueve alternativamente un músculo sonríe
levanta o inclina la cabeza
como un actor que calcula sus fuerzas y ensaya previamente movimientos
Esta mujer otra mide ante el espejo sinuosidades gestos pausas
A solas previas únicas estas gesticulaciones son como los arquetipos
que viven perfectos en el mundo de las ideas
pero luego se plasman en número
Repeticiones de cada uno de estos movimientos serán lanzadas
con alevosa precisión sobre el mundo de las cosas
Se incorporarán a él sin perder su condición de extrañas
La mujer no es sólo ella sino también sus gestos además del cuerpo
ocupa el alrededor del cuerpo la habitación el lugar
entero donde se encuentre
Como esta mujer la otra que todavía se mira un poco más en el espejo
máscara de la máscara ficción se cree que completa
Los ojos de Rimbaud
Azules, de bárbaro. Hoy cantan para ti
los suaves trinos y en el taller literario
adelgaza la voz el papagayo: conmovida
endulza las Grandes Miradas su lección de confitero.
De este lado rezamos por ti hincados ante un lobo:
que la bella ciencia es una habitación que da a lo oscuro
y el hombre, ese acertado inconstante,
es apenas unos pocos pasos que por ella van y vienen.
Hoy que las profesoras de letras olvidaron todo
lo que saben de ti los presidiarios
y el vago que, a riesgo de ser aplastado por los automóviles,
detiene la metáfora de su paso por recoger el milagro
de una hoja, sin alcanzar a explicárselo;
hoy que apenas los ascensoristas
se levantan de entre los demás,
hoy que esta loca materia aparece ahogada y vencida,
como lo estuvo siempre, como va a estarlo siempre,
flotando sobre las aguas de los números;
hoy que en tusa selvas vírgenes arraigaron los casinos
y suena música disco en todas las Africas tonantes,
hoy que en la calle 88 y Broadway una horrible fulana te pasea
impreso en su remera, sonriente con toda la Gloria Americana,
hoy que encuadernado en cuero y con letras doradas
te exhiben los dentistas en sus huecas bibliotecas
y te honran a su modo, repartiendo venenos por las calles
del mundo los ágiles traficantes,
hoy que caen los muros y todas las posteridades se desploman,
hoy que la Historia, esa vieja enemiga,
se ríe de nosotros diciendo que no existe,
como en tu tiempo repetía el Diablo;
hoy que los blandos músculos de los diputados
pueden arrojar al mar, si quieren, a miles de forzudos extranjeros,
hoy que la tímida democracia probó ser más efectiva que los reyes,
hoy que todos por fin somos buenos
y alza su copa radiante el rosado, negro, amarillo y cobrizo
banquete de la vida, más allá
de los caritativos grupos que intentan el soneto,
a través de las bibliotecas barridas por el polvo y las secretarias,
sin dactilografía ni voz ni esperanza ni objeto,
cruzan las geografías dos luces gruesas y potentes
anillando la Tierra. No por el símbolo sino por la mirada
eres como el dios de plástico que cuelga de su pared el asustado,
para que esos Ojos le sigan por la casa. Para nosotros
los mínimos, para nosotros los pocos, para nosotros los débiles,
que sólo queremos estar ociosos, tus párpados están
siempre abiertos, hermano desdeñoso,
Jesucristo el Terrible,
hoy que es una vergüenza tener hambre
siguen mirando lo mismo tus fanales salvajes.
Nació en Buenos Aires, el 10 de noviembre de 1956.
Libros publicados:
* Poemas de la Tierra y la Memoria (poesía, Ed. Stephen and Bloom, Bs. As., 1980);
* Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida (poesía, Ed. Ultimo Reino, Bs. As., 1983);
* Poesía Inédita de Hoy (Un panorama contemporáneo de la poesía inédita argentina) (introducción, notas y selección de 100 autores, Ed. NOUS, Bs. As., 1983);
* Juan L. Ortiz: El Contra-Rimbaud (ensayo, 1ra. ed. Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. ed. Ed. Filofalsía, Bs. As. 1986);
* Behering y otros poemas (poesía, 1ra. ed., Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. Ed. Cuadernos del Zopilote, México D.F., 1993);
* Guerras, Epitafios y Conversaciones (poesía, Ed. Satura, Bs. As., 1989);
* Fractal (poesía, Ed. Correo Latino, Bs. As., 1992);
* El Pasado y las Vísperas (poesía, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1995);
* El Horror en la Narrativa de Alberto Jiménez Ure (ensayo, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1996);
* Selected Poems (antología poética, selección y traducción de Verónica Miranda, Ed. Luz Bilingual Publishing, Inc. Los Angeles, EE.UU., 1996);
* La Yegua de la Noche (poesía, Ediciones Del Castillo, Santiago de Chile, Chile, 2001);
* Tango del Mudo (novela, Ed. de la Plaza, Montevideo, Uruguay, 1997. Ed. Piel de Leopardo/Wordtheque, Bs. As., 2003. Edición en e-book, Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2004);
* Zapping (cuentos en e-book, Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2004);
* Jorge Luis Borges: La tiniebla y la gloria (ensayo, Ed. Ojos de Papel/Ediciones Lea, Madrid, España, 2004);
* El venenero y otros poemas (poesía, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2005).
* Antología poética (antología en e-book, introducción, selección y notas de Alejandro Elissagaray, Ed. Wordtheque, Bolonia, Italia, 2005);
* La tarde del elefante y otros poemas (poesía, Ed. Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2006; 2da. edición, Ediciones Azafrán y Cinabrio, México, 2008);
* 18 Whiskies (teatro, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2006);
* La novelística de Teódulo López Meléndez: escribir desde la fisura (ensayo, Ed. Ala de Cuervo, Caracas, Venezuela, 2007);
* Carl Jung: un chamán del siglo XX (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2007);
* Sigmund Freud, el descubrimiento del inconsciente (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2008);
* Erich Fromm: el amor, el psicoanálisis y el hombre (ensayo biográfico, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2008);
* Diccionario de Filosofía (2 tomos, Ediciones Pluma y Papel, Buenos Aires, 2008);
* Los cuentos de Horacio Quiroga (ensayo introductorio y selección de Luis Benítez, Editorial Díada, Buenos Aires, 2008).
- En el país de las maravillas… (Los mejores cuentos fantásticos) (introducción y selección de Luis Benítez, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2009).
- ¡Elemental, Watson! (Los mejores cuentos policiales) (introducción y selección de Luis Benítez, Ediciones Lea, Buenos Aires, 2009).
Del amor por los bárbaros
Lo opuesto busca su opuesto
Y en lo blanco la gota que hay de negro
Crece
Hasta hacer lo blanco negro
Y así en lo contrario hace la gota blanca
Todos deseamos lo opuesto
Que encarna frente a ti
De tanto en tanto
Y trae su exótica religión su idea del asunto
Sus distracciones sus aparentes crueldades
El poco cuidado con que trata los más preciados dones
Las ofrendas y regalos que destinábamos
Antes
A nuestro propio fetiche
Tal nuestra donación
Los bárbaros poseen la ingenuidad de lo que fuimos
Aquello que en ellos no ha crecido nunca
O bien nunca lo ha hecho en esta dirección
Son lo que fue posible que fuéramos hoy y no prosperó
Por eso la ternura el celo el interés que sentimos
Por su aparente torpeza
Su falta constante de consideración
Nuestro consuelo cuando nos matan sus actos
es mirarlos benignamente
Y acariciar o al menos intentar hacerlo
La brutalidad que destroza y que
Cuando se les reprocha
Sinceramente no comprenden
Como no comprenderían si llorásemos delante de ellos
El porqué de todas esas lágrimas se sienten inocentes
Lo son nuestra es la tragedia de entenderlo
Y de entender que nada podemos hacer
Ni por amor ni por odio para redimir a la criatura
De su condición de bárbara
Este de todos los dones es quizás el más extraño
Que nos dieron nuestros dioses
Nuestros dioses que no existen
También están esos bárbaros que se nos parecen
Pero no son nosotros cuídate sobre todo de ellos
Son los más peligrosos son los que realmente
Llegan a tu corazón
Con sus similitudes
Sus engaños de los que son desde luego
Totalmente inocentes
Pero nadie cambia a los bárbaros
Y cuando aparece su barbarie expresa su “bajeza”
Su “violencia” su “impiedad” su fastidiosa negligencia extrema
Ya están dentro de nosotros y es tarde
Muy tarde para todo
Y no se van jamás de aquello
Que conquistó su impericia su malicia inconsciente
Y también su destreza
Largamente adquirida
En combate contra otros bárbaros
Seremos su triunfo la gota de alegría infantil
Que dura un día
La jactancia a solas que pronto se disipa
Nuestras serán las ruinas las veneradas estatuas
Rotas que vendimos por ellos a precio de mercado
Nada o casi nada vale algo nuestro entre los bárbaros
Y nuestra será la noche donde algo se incendiará
Eternamente para siempre en llamas
Por amor a los bárbaros
Veo a una mujer maquillarse
Veo a una mujer maquillarse cualquier mujer y cambia
primero está pensando en otra cosa (porque cuando una mujer
comienza a maquillarse aún no ha separado este acto del resto del día)
Pero luego disponiendo los objetos varios que la ceremonia
determina preciosamente en su exacto lugar en torno de sus manos
la mujer sabe que algo ha ingresado de nuevo a este mundo
Se abstiene sin embargo de nombrar eso que viene
Polvos cremas pinturas para la delicada construcción
lápices que escribirán otras palabras que estas
palabras que intentarán decir a la que esconde
La otra como ella se ve debe ser dibujada por esta la que se asoma
al espejo para verla
Ella está como tímida ante su hermana mayor que insiste insiste
“sácame de la nada invócame haz que nuevamente sea
entre los seres las horas y las cosas
haz que sea nuevamente entre los hombres
sí sobre todo haz que nuevamente sea entre los hombres”
Y la pequeña se somete al llamado de la grande
y la saca y la dibuja en el espejo
Del otro lado se queda ella colocada en el dibujo
Polvos cremas pinturas lápices el instrumental es el mismo
de todas las ceremonias semejantes
quien fabrica estas cosas sí que sabe lo que hace
Veo a una mujer maquillarse y me fascina
Por su parte y como siempre la mujer sólo está fascinada por sí misma
Nada ni nadie existe ni cuando se acerca al espejo
ni cuando está ante el espejo ni cuando se quita de él
Extraña especie tan cantada y sorda
Navega por la vida atada a su poder y lo puesto en sus oídos
lo colocado ante sus ojos lo concentrado en su boca la salva de caer
Será por eso que ante una estamos siempre solos
Enigmas de lo que no puede caer
Ahora traza una línea ha dudado no por no saber sino porque
conociendo el significado de la ceremonia goza de lo preliminar
ahora traza una línea y divide el día en dos
Ya fue hecho lo demás es desarrollo
una línea azul oscura apenas un trazo
sobre el ojo izquierdo que ha sido completamente transformado
Ya no es un ojo humano no es el ojo que vino con ella del vientre que sabía
que paría a una mujer sino un ojo de ella
definitivamente suyo
El ojo mira al resto en el espejo y está satisfecho
parpadea para alentar a la mujer
La otra la mira desde ese ojo donde ya se asoma y vigilante
la obliga a lo demás
Sin embargo la mujer hace una pausa a medias maquillada bebe
una taza de té hay un placer en eso de andar
a medias maquillada por el mundo
Paralelamente es como demostrarle todavía
a la otra un diminuto poder
una ligera potencia que alcanza a diferirla
pero que no podrá evitarla
Cosa que ambas saben y agradecen
Pero finalmente también el ojo derecho cambia y la otra ya ve
perfectamente en el espejo ahora es ella la que ve
y la primera mujer se va yendo lentamente trazo a trazo
Hay unas cremas castañas untuosas
con las que las mujeres cambian de piel
no oscurecen la suya sino que sacan
la otra piel de las mejillas la dejan asomar
Ignoro por completo el nombre de ese ungüento
Como ignoro los nombres
de los otros elementos de la ceremonia porque ellos y sus nombres
pertenecen por completo al otro mundo
El que convive con el del hombre en esta tierra y en la historia
Nombres cosas términos precisos que no podemos comprender
que vienen de otra lengua que son dichos en otra lengua
mucho más sugestiva que la nuestra
una lengua que está hecha para usarla en voz baja casi susurrándola
Porque no pertenece al universo de las grandes expansiones sino
al de la reserva al de lo íntimo lo cerrado
En esa lengua hablan entre sí las mujeres
y hablan ante el espejo con la otra
Donde un gesto quiere decir otra cosa donde ninguna palabra
se corresponde con las nuestras allí en esa lengua una mujer se maquilla
y nosotros creemos que se adorna
Ante el espejo todo ha sido consumado y la otra ya está en este mundo
la mujer anterior se ha ido y esta es la que se mira entera
Mueve alternativamente un músculo sonríe
levanta o inclina la cabeza
como un actor que calcula sus fuerzas y ensaya previamente movimientos
Esta mujer otra mide ante el espejo sinuosidades gestos pausas
A solas previas únicas estas gesticulaciones son como los arquetipos
que viven perfectos en el mundo de las ideas
pero luego se plasman en número
Repeticiones de cada uno de estos movimientos serán lanzadas
con alevosa precisión sobre el mundo de las cosas
Se incorporarán a él sin perder su condición de extrañas
La mujer no es sólo ella sino también sus gestos además del cuerpo
ocupa el alrededor del cuerpo la habitación el lugar
entero donde se encuentre
Como esta mujer la otra que todavía se mira un poco más en el espejo
máscara de la máscara ficción se cree que completa
Los ojos de Rimbaud
Azules, de bárbaro. Hoy cantan para ti
los suaves trinos y en el taller literario
adelgaza la voz el papagayo: conmovida
endulza las Grandes Miradas su lección de confitero.
De este lado rezamos por ti hincados ante un lobo:
que la bella ciencia es una habitación que da a lo oscuro
y el hombre, ese acertado inconstante,
es apenas unos pocos pasos que por ella van y vienen.
Hoy que las profesoras de letras olvidaron todo
lo que saben de ti los presidiarios
y el vago que, a riesgo de ser aplastado por los automóviles,
detiene la metáfora de su paso por recoger el milagro
de una hoja, sin alcanzar a explicárselo;
hoy que apenas los ascensoristas
se levantan de entre los demás,
hoy que esta loca materia aparece ahogada y vencida,
como lo estuvo siempre, como va a estarlo siempre,
flotando sobre las aguas de los números;
hoy que en tusa selvas vírgenes arraigaron los casinos
y suena música disco en todas las Africas tonantes,
hoy que en la calle 88 y Broadway una horrible fulana te pasea
impreso en su remera, sonriente con toda la Gloria Americana,
hoy que encuadernado en cuero y con letras doradas
te exhiben los dentistas en sus huecas bibliotecas
y te honran a su modo, repartiendo venenos por las calles
del mundo los ágiles traficantes,
hoy que caen los muros y todas las posteridades se desploman,
hoy que la Historia, esa vieja enemiga,
se ríe de nosotros diciendo que no existe,
como en tu tiempo repetía el Diablo;
hoy que los blandos músculos de los diputados
pueden arrojar al mar, si quieren, a miles de forzudos extranjeros,
hoy que la tímida democracia probó ser más efectiva que los reyes,
hoy que todos por fin somos buenos
y alza su copa radiante el rosado, negro, amarillo y cobrizo
banquete de la vida, más allá
de los caritativos grupos que intentan el soneto,
a través de las bibliotecas barridas por el polvo y las secretarias,
sin dactilografía ni voz ni esperanza ni objeto,
cruzan las geografías dos luces gruesas y potentes
anillando la Tierra. No por el símbolo sino por la mirada
eres como el dios de plástico que cuelga de su pared el asustado,
para que esos Ojos le sigan por la casa. Para nosotros
los mínimos, para nosotros los pocos, para nosotros los débiles,
que sólo queremos estar ociosos, tus párpados están
siempre abiertos, hermano desdeñoso,
Jesucristo el Terrible,
hoy que es una vergüenza tener hambre
siguen mirando lo mismo tus fanales salvajes.