Liana Friedrich

Docente y escritora nacida en Jesús María (Córdoba), el 10 de marzo de 1951, desde los dos años reside en Rafaela (Pcia. De Santa Fe).

Libros editados:
* Gastón Gori y sus poemas (ensayo, Santa Fe, 1984)
* Vecchioli: más que postmodernista, personalista (ensayo, Rafaela, 1985)
* Pinceladas (poemas, Sarmiento, 1993)
* Estaciones en el alma (foto-poemas, Rafaela, 1997)
* Narraciones fronterizas (cuentos, Rafaela, 2002)


Silencio

Inesperadamente, enmudeciste,
cuando el libro de la vida se te escurrió de entre las manos,
dejándonos un vacío de palabras blancas…
Y al final de las estrofas,
nos quedamos tan solos, abandonados al sol
que se bebía toda el agua de los cántaros…
buscando, a tientas, los reflejos de tu imagen
en los fragmentos del espejo
que se estrelló con la partida…
para adherirle respuestas al misterio,
para franquear las puertas del silencio…
para encontrarle una rima al dolor
(al menos un verso, que trastocara los relojes
aniquilando barreras de distancia)
y dilatar la ausencia en las profundidades del alma…
Para que la tristeza de agosto
florezca
en eternas primaveras.


Partida

Así, sin estridencias,
silenciaste tus días,
batiéndote a duelo con la vida.

Una tarde velada de invierno,
mezquina de luces y de trinos,
abriste una herida ardiente con el vuelo.
Pero con la partida supiste erigir
la flor blanca del ejemplo
en la sangre que anida tus recuerdos.
Juntos lográbamos pintar la vida
con la textura de los sueños…
(ecos, que sin latido, aún palpitan).
Buscábamos la esperanza,
y la proyectamos en tu espejo.
Soñábamos con la felicidad,
y la hallamos en el amor eterno.


El ángel de la lluvia

En memoria de Elda,
quien desde el más allá
guiara la trama de su último libro.

Un pálido atardecer de primavera
llegabas a mí, mansa y callada,
descorriéndole un velo al arco iris
con tus manos de agua clara.
Dedos de jazmines y de nardos
flamearon sobre la hoja blanca,
exhumando mensajes del naufragio
en el nudo exacto de las lágrimas.
Estabas hablándome directo al corazón
desde tu dimensión de sueños …
Y un escalofrío recorrió la casa,
inundando rincones de recuerdos.
Porque cuando al fin las voces
atravesaron mi silencio,
inexplicablemente, este poema
se convirtió en tu propio eco.


Remembranzas

Hay un silencio sin tregua que no cesa.
Hay un pretexto de sueños que recuerda.
Hay una mueca de soledad, disimulada en la ausencia.
Nadie pretende juzgar la sentencia del destino:
No te devolverán ni el tiempo ni las lágrimas.
Sólo la fe circundará tu perfil de serena austeridad.
-¿Quién cuidará la era abandonada, bajo el cielo yerto?
¿Quién alzará la ley obstinada, inapelable?- quizás
pensaste, tras la efímera certeza del adiós…
Y luego, irracionales, inexplicablemente,
tantas lunas se acallaron, sin medir las sombras…
Tantos espejos apagaron tu imagen de luciérnagas azules…
Cuando sordamente sonó el reloj de eternidad,
llamándote desde los recónditos ecos de la casa,
tan lejana, inmensa hoy, deshabitada de tu fuego…
Nadie puede pronunciar, en ritual conjuro,
las palabras que te respiren, que te exhumen,
que te reinventen, que te expulsen de la noche…
¿Qué haremos nosotros, mientras tanto, solitarios eternautas,
cabalgando sonámbulos sobre el lomo agrietado del planeta,
hasta el instante de retornar al origen amniótico del tiempo?
Sólo saber evocarte, desde el cristal de la memoria,
panóptico de aquellas horas que ya fueron,
alquimia de antiguas huellas que aún palpitan…


Paradojas

Habitamos en extremos opuestos
…Pero la debilidad nos une
Comprendamos: éste es un mundo bipolar
(donde nada es de absoluto); por eso…
no sigamos prisioneros de los genes.
Hay cadenas que gritan y hay eslabones que unen
Hay sueños en la vigilia y desvelos en el sueño.
Hay grandeza en lo pequeño y mezquindad en lo grandioso.
Hay libertad de pensamiento e ideales de libertad.
Hay palabras que curan; hay voces que destruyen.
Hay manos que se abren; hay puños que se cierran y golpean.
Hay espinas en los rosales y flores en el camposanto.
Hay soledad en la compañía, pero uniones que separan.
Hay luces en la oscuridad y sombras a la luz del día.
Hay senderos en plena selva y malezas en los caminos.
Hay daños que exigen reparación y reparos en el sufrimiento.
Hay un orden en el caos… hay confusión en el cosmos.
Hay fortaleza en el dolor, pero duele el crecimiento.
Hay odio en el amor y atracción por lo morboso.
Hay vida en la muerte pero hay muertos en vida.
Hay silencios que obturan las palabras y otros que hablan.
Hay belleza en lo monstruoso y hastío en la armonía.
Hay colores en el gris y un arco-iris en la tormenta.
Hay genio en el sinsentido, pero locura en el ingenio.
Hay caminos que llevan a destino y otros que se cierran, si atajos.
Hay barcos que encallan, pero algunos llevan a buen puerto.
¿Sobre qué palabras se edifica el misterio,
sobre qué enigma se construye la palabra?
¿Somos conscientes de nuestra inconsciencia?
¿Es posible extrañar a alguien que ya no recordamos?
¿Tenemos derecho a ejercer nuestros derechos?
¿Hacemos los deberes con nuestro deber?
¿Cuántas vidas vivimos? ¿Cuántas veces morimos?
¿Entendemos la diferencia entre morir por algo y morir por nada?
¿Cuánto en realidad perdemos? ¿Cuánto ganamos?
¿La teología es una ciencia exacta y el altar su laboratorio?
¿Hay discrepancia entre la fe y los hechos?
¿Es que vivimos y morimos por accidente?
¿O acaso seguimos un plan, y morimos según está escrito?

La semilla del escéptico no ve lo que debe ser visto.
(O simplemente … lo elude).
Porque el mundo se divide en dos bandos:
uno piensa que todo es fruto de la casualidad,
y el otro, es el de quienes creen en los milagros.
(¿Será tal vez porque pueden interpretar las señales…?).
¡Ojalá intuyéramos más acerca del destino!
(Así no cometeríamos tantos errores!).
¿Sabíamos hacia dónde ir, o estábamos extraviados,
como Hanssel y Gretel en el bosque de caramelos?
Forzamos al universo para que nos contuviera,
pero sorpresivamente, resultamos catapultados…
Ahora nos sentimos arrojados afuera del Todo,
(¡…y el afuera es tan grande y tan vacío!).
Sin embargo siempre habrá un lugar donde toda furia llegue a su fin:
Un castillo infranqueable al que ni los misiles podrían derribar.
Un espacio entre la fe y la razón, donde habita el único Dios verdadero.


La caída

No hay que traicionar los secretos de los muertos:
seguramente sus pecados ya fueron perdonados…
El sonido de la tarde es una paloma triste sobrevolando la soledad.
Águila que gira en el vórtice del viento, en su lento peregrinar,
más allá de toda comprensión humana, se respira el hedor del miedo.
Cercados, como estamos, de océanos de abatimiento,
dejamos transcurrir la vida aguardando la muerte,
como los condenados a prisión perpetua…
Releemos recuerdos recientes
en las alas caídas de los pájaros muertos.
Amor: palabra inadecuada para designar la tácita unión entre dos personas…
Ya fue bastante difícil decir adiós una vez, por eso hoy no creo en las despedidas.
(¿Acaso el príncipe del egoísmo se apiadaría del mendigo…?)
Sufrir una pérdida es parte del viaje: cuanto más nos resistimos,
más sufrimos el precio que se paga por la vida que elegimos: ella no nos eligió.
(El arcano revelará las consecuencias, hasta de los actos más insignificantes…)
El destino es sólo un estado de ánimo.
Un pretexto para engañarnos (…y engañar a los demás).
Te exhumo aherrojado en un sueño, atisbando desde el subconsciente.
Flashes en la memoria me atraviesan… Y no es un truco de magia.
(¿Acaso aún te imagino en mí, aunque ya no existas…?)
Como un virus de empatía: afecta la memoria, pero no daña los recuerdos.
Una manada de furiosos dragones me alcanza, despedaza mi soledad.
Y es un prologado grito entre las garras afiladas…
Silencios esparcidos como espejos rotos
en el suelo del olvido, para reflejar la soledad hecha pedazos.
Pero todo recuerdo debe morir: la memoria no es necesaria para el amor.
Estrépito y tinieblas: ¿Locura? ¿…O designios del demonio?
Cada vez que una dinastía cae, se acerca más el final del universo.
Es que vivimos épocas peligrosas: ¡Ahora creemos en los planetas muertos!
Las cuentas están saldadas. El cielo ya dio su veredicto.
El plan divino se ha cumplido: las aguas azules se tiñen en sangre.

1 comentario:

  1. Estimada Liana, parece que no quedó publicado un comentario anterior. Sólo quería decir que he leído estos poemas y que me gustaron. Norma Segades Manias no deja de crear espacios de creación con generosidad. Muy cordialmente,
    Ricardo A. Minetti

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