Víctor José Stilp Piccotte

Arquitecto, investigador histórico, poeta, ensayista y novelista nacido en 1956, en la ciudad de Villa María (Córdoba, reside en Aimogasta (La Rioja)

Libros publicados:
Poesía:
* Lejanas Estrellas de la Vida I
* Lejanas Estrellas de la Vida II
* Odas al amor
* Tiempo de espacios comprendidos
* Poemas… en el ordenador
* Poemario de amores y epopeyas
* Musas… y Celajes
* Puertos… abiertos al sol
* Poesías primarias
* Confesiones perpetuas
* Regreso de cada recuerdo
* Cuaderno del viento
* Amaños urdidos en Aimogasta
* Nova poética
Narrativa:
* Mitos y Leyendas en el noreste riojano
* La librería de los sueños sublimes
* Utopías en el jardín de la quimera
* Conciliación de las Fábulas en la heredad de los seres humanos
* Secretos rituales… en solemnes pueblos
* Epopeyas de un pueblo sin voz
* La saga de Iskayninckik
* La Luna sobre el seco cauce de los ríos
* Antiguos mitos de Aimogasta
* Hitos de Greda, Mitos de Arcilla
Novelas:
* Puertas de la infancia (Villa María 1867-2007 y un espacio en su tiempo 1956-1976)
* El cortejo de los ciclos boyantes (Revelación de la esperanza)
* Pasajero, en amores… olvidado
* La espiral de Lastack Claumerbock
* Entrevista a Roderick Satervick
Entre otros importantes libros de Historiografía, Arquitectura y Filosofía.

Musas… y celajes

Cuando cae la tarde…
Observo añil,
desde la pequeña ventana del cuarto
musas y celajes…
Poesías y nubes liberadas del sol.
Cuando cae la tarde…
Advierto colores profundos
que anegan el crepúsculo,
con mis ojos claros
en albor concebidos, observando
las aves, que sobre el horizonte,
distantes se acercan.
Cuando cae la tarde…
Entre el suave follaje,
y el campo en corrientes ventosas,
el médano preserva las hojas
de los árboles turbulentos…
Y el paisaje se cubre
de brillantes vaivenes…

Y los caminos son recodos
transformados por el valle…
Donde los pasos ocultan
la penumbra de la tarde…

Que los mira, solitarios de hastío.
Cuando cae la tarde…
En estrellas y soles se transforman
los cuerpos mimetizados.
Cuando cae la tarde…
Con musas y celajes,
tus manos irrumpen
en mi torso árido…

Difunden hacia abajo,
dominando horizontes…

Y tu boca fértil
bajo el manto de los árboles,
se derrama en besos…
Y yo, simple musa
oculta en celajes,
logro contener al mundo
mientras invado tu noche.


Babel

De mis ojos, dos lágrimas caen.
(Profunda pena,
de dolores fingidos
que en mis manos, claman)
De mis manos, dos lágrimas caen.
(Continuidad de los ciclos,
espera quieta
que en mi alma, gimen)
De mi alma, dos lágrimas caen.

(Construcción de sueños,
en la eterna cima
que en mis ojos, perecen)


Cuaderno del viento

En los céfiros batidos por el viento
el cuaderno permanece, consolado,
cual papiro desgajado en ironías
exaltado en las vidas, y victorias…
Con pasiones tañidas por el tiempo
y poemas vinculados al amor.
En sus hojas escribieron confesores
dulces versos desceñidos en el blanco,
cual palomas en sisellas de la paz
fueron ojos sublimados por espacios…
Rojos ecos que delatan del pasado
nuestros besos, en las letras innovados.
Es por ello, que a veces, al abrirlo
son las velas emergiendo cual fragata,
las que lloran, sentidas, mis nostalgias
por los hechos sucedidos, sin retorno…
Cuando en cerros uníamos entornos
y en los llanos penetrábamos distancias.
Ahora, cual proemio del Ser existencial
sus palabras rememoran las proezas,
y en campanas que estallan probidades
surge ungido como musa inspiradora…
Invertido en el viento, que el céfiro delata
del cuaderno y de tu boca, como entonces.


Cumpleaños

Regalo en tu cumpleaños
un ramo con flores de la luna,
de madrigales altos como rocas
que entre médanos aislados
abren mis manos, exaltadas,
sublimes de amor, embelesadas.
Envío, además, lo atesorado:
El lago dormido de los sueños,
La dulce creciente del poema,
Un abrazo, un beso, ilusionados;
Encajes de oro y plata, tan sutiles,
y una grácil canción de cortesía.
¡Ah! Perdón, ya me olvidaba,
concedo también mi fantasía…
Y un agosto futuro, sólo tuyo.


Del dolor de tu vientre

Del dolor de tu vientre hecho milagro
éxtasis del ciclo concluido,
he quemado el carbón mudado en brasas
(Cual mariposas que siempre vuelven a vivir)
En cada estación de otoño revivido.
Del dolor de tu vientre hecho milagro
éxtasis del ciclo concluido,
he dejado el cariño fluyendo en cataratas,
como las agujas del reloj de la sala
en el triángulo del tiempo por cruzar.
Del dolor de tu vientre hecho milagro
éxtasis del ciclo concluido,
he transformado tu sangre con la mía
como las flores que en primavera renacen,
como el amor eternizado en la esperanza.


Pequeño tesoro

De la tranquilidad
del viejo valle abandonado,
en la pequeña casa
de colores opacos transferidos…
He efectuado el recuento
de mis días pasados en silencio,
comprobando que la savia
que corre por el cielo…
Trae consigo la multitud
de estados compartidos,
por los cuerpos recorridos
en las bellas mañanas.
De noviembre,
mes de cantos postergados,
de alegres ostracismos
en los besos entregados…
Pequeñas plantas hendidas
en la tierra caliente,
con floración retraída,
como manto de hojas secas.
Similares a las letras
que contiene el memorándum
que elevaste hasta mis manos
y que leo consternado…
Solo, pleno, solitario
antepecho en mi ventana…
Donde dices, que al tiempo
no recurrirás, pues no me amas…
Que no retienes las imágenes
de los senderos caminados…
Que otros labios deseas besar,
otras montañas, alcanzar.
Más… Vulneras con tus letras
los tratados perpetrados,
las promesas hechas
muertas este día, ahora.
Destruyendo el plano aquel
que juntos dibujamos,
entre caricias castas
y entre las tuyas, suaves.
Ecos distantes, apartados,
que llegan desde la cañada,
en aquel lugar del valle
que cobija penas similares…
Cavidades donde deposité
este corazón enamorado,
que hoy rescato, manso…
Como un pequeño tesoro.