María Cristina Chiama


Nacida en la Patagonia Argentina y residente en la ciudad de Córdoba








Contratapa

debo buscar respuestas
no me permito bicho canasto
afuera están
los ojos hundidos en cualquier foto desleída
la gente quema pirotecnia por el fin de siglo o de milenio?
y el hambre destiñe los dientes áridos
de los que no morderán el pan
a pesar de la multiplicación de los peces
-según San Mateo-
porque Jesús echó a los mercaderes del templo
pero los mismos crearon anticuerpos y vacilan entre Washington y Medio Oriente
prueban la efectividad de sus bombas en el Pacífico sur
se remiten a mafias de origen diverso cuyo enemigo común es la gente
la gente que vive al sur del Río Grande o del Mediterráneo
donde el mundo es ancho y ajeno
a pesar de que los ricos no entrarán en el reino de los cielos
pero el camello los trafica en el reino de este mundo
y los esparce a diestra y siniestra
por eso cada mañana la corneja siniestra se asoma al camino
de los que van a buscar agua a un río dudoso
cercano a un caserío endeble
con ojos hondos en el fondo desaforado del viento globalizado
que un dios indescifrable nos legara
cuando en un evento trasnochado dio la espalda a la gente
que es sólo esto que somos
que vivimos
siempre al sur del despliegue pirotécnico de este fin de tiempo
sólo unos
ajenos casi todos
por eso la palabra debe desnudarse
rondar los camastros
ser luciérnaga
deslucirse para exasperar lucidez
arrancar los botones de esta democracia devaluada en la bolsa
de cualquier sitio del mapa, en baja, oveja que abriga al lobo

por eso la palabra
como campana de palo predicando más allá del desierto
como ovillo desatado
necesito buscar respuestas
por eso la palabra



Te pido Pablo Neruda

La muerte merodea Chile
agazapada en los socavones
dispuesta en el salitral
carbonaria en la madera
como helecho
como si durmiera en el cobre
negociando la vida en Temuco.

La muerte es en Chile
uniformada
no hay dientes que la contengan
y se derrumban , Pablo,
las abejas heridas en los viñedos.

Tu pueblo airoso
de tanto muerto sin marca
de tanto sótano estremecido,
de tanto entierro engalanado,
te necesita , Pablo,
porque huyen las islas y los muelles
se repliega el agua
con tus palomas y amapolas
y hoy el bosque casi no sabe del árbol
Pablo, aunque más no sea
detiénela
con unos pocos pero rotundos versos.


con una sesión de yoga y retorno a los vegetales
por ahí repongo lo que perdí
cuando me dispuse a madurar al unísono de agendas y pautas
porque me resisto a dejar de dar cuerda a los relojes
y congelar pequeñas cosas a dieciocho grados bajo cero
mientras el Muro se derrumba
y el hambre en Etiopía se disfraza en su calabaza ardiente
a pesar de tanto recitado sobre derechos y otras hierbas
se trotura en un sótano cualquiera
hasta cabe una silbatina cuando el Papa recorre el submundo
porque no somos tan tontos
y sabemos que en Bahía la canela es más penetrante
a pesar de no poder siquiera aspirar al rito candomblé
ni qué hablar de la deserción de los bosques a través de las macetas
porque el sistema en sus discursos poda la palabra fuera de época
y están los que hacen nido en un algarrobo encendido
para reírise después de los milicos insinuados como esperpentos
en su dignidad alquilada
sí, mirá hay cosas que no se compran
hay cosas que no se venden
por suerte los afectos tullidos manifestándose en un páramo
y pensar que nunca más escribiré un cuento
donde ella y él se miren largo en un tren nocturno
y tampoco desembarcan en un andén después de quinientos años
de bendecir las armas
y las bocas del Potosí boquiabiertas sin más que dar
y rebobino que en medio de esta historia crío cuatro hijos
para desacomodar el aire
que se apoltrona entre los muebles cuando llegan las lluvias
se sabe anuncian algo más que su desvío en la tierra mojada
en el momento justo
en que el hombre que vive conmigo y comparte esta suerte en balsa amurallada
me pide un café caliente

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