Héctor Berenguer:

Nació en el año 1948, en Rosario, provincia de Santa Fe, ciudad donde reside.

Libros publicados:
* Marcas de agua (poesía, La Cachimba editora, Rosario 2001)
* Entre la nada y el asombro (poesía, Press Scrita editora, 2007)
* Poemas Escogidos (poemas, Cuadernos Amerhispanos, San Luis Potosí, Secretaria de Cultura. Méjico, 2009).

El parque de los sueños

I

No sé que traerá el mañana…
Fueron las últimas palabras de Pessoa.
Sus ojos de argonauta
vieron lo múltiple del ser.
El declinar de lo viviente, en el desierto de los dioses muertos.
Cosmopolitismo
que encanta y desencanta
la entronizada razón.
.
Cuando la superficie deja ver el fondo
es preferible el arroyo de la aldea.
Y no recordar
el tiempo en que celebraban
mis cumpleaños.
Heisemberg
vio en este mundo
la grieta de otro paralelo.
¿Y si fuéramos espejo de esa luz.?
Este lugar sería un paraje en fuga.
Y el hombre
su morador imposible un desconocido de sí mismo.
Siempre es igual…
crece lo real y muere lo verdadero.
De todos modos,
nadie se cae del universo
ni escapa de su tiempo.
¿Habrá un eterno Estévez
en cada una de mis pesadillas.?
Tabaquería del alma. Monótono universo
Ya sin metafísica.


II

Estoy con Beckett y él señala
un altar en movimiento
allí se pierden
los efímeros rasgos.
Por la locura de ver.
De querer creer… entrever…
lejos allí… allá… o apenas.
No son mis últimas palabras.
No es la tierra baldía.
Pero hay días que no puedo más.
¿Cómo decirlo sin herir a nadie.?

Sin ninguna compasión.
¿Cómo decir?
¿Cómo decir?


III

Mi primo viene en la corriente

del agua.
Quiere ver la luna helada
en la noche sin tiempo.
Dos niños nadan,
en esa doble nada que los crea y los sostiene.
Todo ocurre a un costado del chinchorro
que es su tierra firme.
Lejana la otra orilla
Exhala penetrantes aromas de aliso
ese que llamábamos perfume del agua.
Orilla tan lejana…
Uno no sabe nunca si cruza y llega.
No hay retorno
camino a los arenales del Puntazo.
Las aguas llaman
atraen desde su imantado abismo.
¿De qué lado está lo profundo?
No pudimos soportar
la crueldad hiere más que la belleza.
Y éramos frágiles, inconscientes, hermosos…
Siempre se espera el fin
de los que nacen con esa doble luz
en la mirada.
Ese doble ser que ve caminar juntos el amor y la muerte.
Ahora estás en paz
al lado de tu amante.


IV

Yo no elegí comprender
Si el ángel, fue de Nínive,
antes que de la Biblia
o Babilonia.
Lo he visto en sueños.
Sin pensar que en Bizancio se discutió su sexo.
Nunca he conocido
un ángel hembra.
Salir del seno materno
es saber que los ángeles son hermafroditas.
Ángel es aquel joven héroe que completó el círculo de la mujer.
Tal plenitud nada tiene que hacer en la tierra.
Necesita alas y su dominio es el cielo
pero los hombres siguen interesándole.
Es la inconsciente divinidad de un ángel.
Ellos sueltan el globo de la tierra,
seductora mujer-madre.
Pesada condición del ser,
de allí los ángeles caídos
los ángeles malditos.
Los elegidos.
Ser inmortal duele más que toda muerte.
Nacer y morir.
No tiene ninguna equivalencia.


V

Si un dios alado
descendió
y se posó en mi alma
nunca lo sabré.
Sólo puedo mirar atrás
y ver la vida que me fue prestada.
El tiempo sólo nos deja ver
lo que se lleva para siempre.
La ilusión de que todo es inútil
obliga a intentarlo todo inútilmente.
Mientras parece que el mundo se destruye
y se construye cada día ante nuestra mirada.
Me levanto con el alba
para leer lo que escriben los sueños
en los bordes de mi vida.
Ser humano es ser frágil memoria
que ve morir
las simples conclusiones.
Corazón de lo viviente
tinta del alma…no me abandones…
Como el pan de cada día casi avergonzado
el resto lo doy ha quien lo necesite.
Siempre hay alguien esperando que suceda lo imposible.


VI

Padre me lleva de su mano,
Hiroshima
ya no es la ciudad oriental
pero aún es Hiroshima.
Como una bocanada de Tarkovski
pienso en lo que ha esculpido el tiempo.
Para que salga el hombre otra vez
de la tierra, hongo venenoso
y obstinado.
Ahora de abajo, como antes fue del aire.
Sentimientos nos unen más allá del tiempo.
Puedo sentir tu mano tibia,
puedo verte como eras, aún cuando era niño para verte.
Sé que no hay resurrección
donde muerte y vida se anudan para siempre.
¿Por qué viniste padre, por qué tuve que esperar tanto?
¿Tratando inútilmente de descifrarte?
Estás en ese “aquí” donde todo se resume
En la increíble nada de tu presencia.
Esa otra muerte infinita.
¿Soy tu vergüenza o eres mi vergüenza?
Extraño espejo se inclina sobre la tierra,
sabes que vas a morir y das las gracias.
Ya me miras sin ningún extravío.
¿Quiénes somos padre? ¿Quién soy yo?
Carne de tu carne.
¿Acaso lo más cercano es lo más esquivo?

Asusta la palidez de estas estrellas
que ya no señalan a nadie.
Quizás sea este,
un intento sin consuelo.
De aquél que lloraba en el último banco
del colegio.
A mi padre José Berenguer


VII

Todos dicen de hay calma del lado de la muerte
Pero anoche vinieron ustedes ladrones de mis sueños
Vino mi perro Tango a lamerme las manos con su nariz helada
¿Que rastro traes, donde me llevas, por qué tengo que seguirte?
La noche del instinto es poderosa, insondable…
Viene conmigo ese señor que no conozco, que nadie conoce
¿Cuánto hace que esta a mi lado, no es este el visto fugaz y ahora esta como un viajante?

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