Susana Cabuchi
Escritora nacida en Jesús María, Córdoba, en 1948.
Libros publicados:
* El Corazón de las Manzanas (E. y G. López Editores, Córdoba, 1978)
* Patio Solo (Alción Editora, Córdoba, 1986)
* Álbum Familiar (Alción Editora, Córdoba, 2000)
* El Dulce País y otros poemas (Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, Buenos Aires, 2004)
* Detrás de las Máscaras (Colección Fénix, Ediciones del Copista, Córdoba, 2008).
Estuvo aquí
Estuvo aquí,
en mi vida.
Trajo todas sus cosas,
ni su tristeza se olvidó.
Dobló su ropa en los estantes,
tomó un lugar para guardar su pipa,
puso dos tazas con café en la mesa
y vio pasar los pájaros
detrás de la ventana.
Pero miró el reloj
y dijo que era tarde.
Afuera, el cielo estaba azul.
De El Corazón de las Manzanas (1978)
La carta
Ha llegado la carta.
Está sobre la mesa,
al lado de las flores.
La miro
largamente.
Conozco la letra.
Pero la leeré
a la medianoche,
cuando los trenes
que pasan hacia el norte
hagan temblar
los vidrios de la casa.
De Patio Solo (1986)
12 de junio
Esa mano que muere
no está sola.
El anillo dorado
la devuelve
a una danza de bodas
y a sus giros.
A una siesta
de parrales ardientes.
A los vinos
guardados
para las grandes fechas.
Está
el metal redondo
sosteniendo
que todo fue verdad.
El anillo de bodas
de mi padre,
en la mano, en la vida
de mi padre.
En el día de la muerte
de mi padre.
Vincent Van Gogh
Aquí estoy
en esta soledad luminosa,
plena, habitada
de fuegos y ventanas.
La casa
arde de girasoles
como un infierno congelado
entre aceites
y vientos amarillos.
Sordo de tanto silencio
y dispuesto
a entreabrir
cada lirio celestial,
cada cristal de paja,
cada gota de acero,
cada ojo de sangre,
cada vidrio de miedo.
Así te escribo.
Sobre las torres de la desesperación,
a orillas del Ródano,
entre la mezcla brumosa de los óleos,
a la hora del ángelus,
a pleno mediodía,
sobre el caballo áspero
de la pena,
con la piedra roja
de la desgracia,
con la arena negra de la locura,
con las sílabas celestes del amor,
con la sorpresa blanca de la tela
vacía,
con el cuervo del hambre
sobrevolando mi cama,
con la mordedura hirviente
del deseo,
entre el humo agrio de la luz,
en el paraíso húmedo
de los manteles,
en los bares nocturnos,
así,
hermano mío,
hermanito menor,
casi mi padre.
De Álbum Familiar (2000)
Visita al Purgatorio
El cartel anuncia
“El Paraíso”.
Aquí están
la directora del colegio,
la fundadora del Teatro Vocacional,
el carnicero,
el prestamista, el notario.
-Sí madre,
traigo galletas,
sacaremos una mesa,
jugaremos a la confitería,
tomaremos el té.
Las pequeñas carrozas
-trípodes, andadores,
sillas de ruedas-
giran.
Aferrados al pasamanos
los caminantes
repiten la peregrinación,
como antes en la plaza,
ahora a orillas de la ciudad,
a orillas de la vida,
con las máscaras de la vejez,
con los pesados trajes,
marchitos.
Sí madre,
soy la tía Emma
y también soy Susana.
Entre sombras
la comparsa emite
entrecortados llantos, gemidos secos.
-No madre, sus padres
no la olvidan,
están muy ocupados.
Cuando puedan
vendrán
con un ramo de rosas.
Cita
I
Has regresado
a las veredas del carnaval,
como antes, cuando
éramos alegres.
Recuerdas, confusamente,
a Prèvert:
A mi casa que no es mi casa
vendrás. Pienso en otra cosa
pero no pienso sino en eso y
cuando hayas entrado te quedarás
inmóvil frente a los rojos pimientos
colgados del muro blanco.
Justifico,
la vida es breve.
Advierto,
ha sido
demasiada la ausencia.
¿Pero qué hice sino esperarte?
II
Pensábamos que era tarde.
Que los fuertes resplandores del deseo
habían sucedido en las calles del río,
entre la hierba,
o frente a los trenes
que pasaban, ajenos,
o en las eternas noches
dedicadas a medir
la respiración
y la duración de los besos.
Nada hemos perdido.
Para este encuentro
sumamos
países y tristezas,
los rostros de los que hemos amado,
los libros que leímos,
la belleza del mundo.
Serenos como antiguos amantes,
sorprendidos como Eva o Adán,
afirmados en el temblor
y en el instinto,
entregados
a una victoria más:
la gravitación del fuego,
la claridad de su mandato.
De Detrás de las Máscaras (2008)
Susana , he leído con renovado placer estos poemas que conocía .La belleza ha vuelto a embriagarme en la sencilla evocación de la vida .Un abrazo Leonor Mauvecin
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