Rogelio Ramos Signes

Nació en San Juan en 1950 y reside en Tucumán desde 1972.

Libros publicados:
* Las escamas del señor Crisolaras (cuentos, 1983)
* Diario del tiempo en la nieve (nouvelle, 1985)
* En los límites del aire (novela breve, 1986)
* Soledad del mono en compañía (poesía, 1994)
* Polvo de ladrillos (ensayos, 1995)
* El ombligo de piedra (ensayos, 2000)
* En busca de los vestuarios (novela para jóvenes, 2005)
* Un erizo en el andamio (ensayos, 2006)
* La casa de té (poesía, 2009)
* Por amor a Bulgaria (novela, 2009)
* Todo dicho que camina (microrrelatos, 2009)

Mientras afuera llueve

Desde este pequeño planeta replicante
invado la antesala de tu nuevo día.
Perentorio
como el periódico que no llega
hasta este vecindario
espero tus noticias,
pero los perros hacen silencio
y tu descanso se prolonga.

¿Quién osaría despertarte,
salvo los peones de tu sueño
acosados por algún alfil?

Y estás ahí
(acurrucada, de espaldas, vulnerable)
transformando en Paraíso
uno de los tantos Infiernos de esta biblioteca
sin saberlo,
mientras afuera llueve.

Simple, como un cuerpo devónico convertido en piedra
lucho por la supervivencia de la especie
y eso siempre arruina mis vacaciones.

Ya sé que esta carta será mi condena, Beatrice.
No te enojes conmigo.

Sólo el oxígeno que entra en mi sangre
me permite esperarte en la otra orilla.

Recuerdos de un mes de junio

Eras como una prima, pero desnuda
con tu mañanita de hilo peruano sobre los hombros
y las tetitas allí, apuntándome,
con tus venas como ríos en un mapa que no sabía interpretar.

Eras como una prima con olor a membrillos cocinándose,
con olor a prohibido y a la siesta
cuando los grandes duermen, el Diablo juega a la payana
y Dios te mira y se hace el desentendido.

Eras como una prima, pero mucho mejor
porque estabas desnuda y no eras una prima.

Diario de ruta

No es niebla. Es humo lo que acontece en el paisaje.
Pasto seco que difunde su noticia con el viento,
concordia fugaz de antiguos adversarios.
Ella frena el motor de sus pensamientos
centímetros antes del precipicio.
Es mujer en desapego a los milagros
que ingresa y se retira de los espejismos
como quien bebe de una fuente sin dar las gracias.
Ella es un mantel de hilo que se agita sin premura,
promesa de desayunos bajo un árbol
en la vera cruz de dos caminos con historia.
El mundo la protege aunque ambos lo nieguen.
Profecías como caligramas. Gatos como perros.
Arsenal de palabras en desuso, por ahora,
que se resolverán en frases de caprichoso sentido.
Como un director de orquesta con su batuta
ella espanta las moscas con una rama de sauce.
Pronto llegará la lluvia a decretar finales.
Mientras tanto es humo lo que ocurre,
mensajes indios de dolor irreparable
volviéndose hilachas al paso de los camiones.

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