Lucrecia Coscio

Nacida en Salta en 1967


Libros publicados:
* Los Subsistemas del Caos. Editorial Gofica. Argentina (1997)
* Ostras Sismos. Libro de Artista (2009)



Hilda Cardozo


Abrir la boca durante los cánticos
puede salvarnos de los infiernos
Lo dejé desarmarse contra el paladar
antes que lo trituren los dientes;
No pudo encontrar la salida
hastiado de salivas y mentiras.

La Perla fue un mal sueño, Hilda
Mientras los grandes sacaban fotos
arrastrábamos los ruedos de pequeñas novias
entre las hortensias y las colas de las comadrejas
arrastrábamos los ruedos , Hilda
Tres días sin pecar para abrirle los labios a Cristo
tres días a cambio de la vida toda
pagaron indulgencias, las madrinas
y escapamos al merengue del ocaso
para conocerte acaso
Hilda,
entre las hortensias, las celestes
y las colas de las comadrejas
que no lo sepan los grandes
que los grandes no lo sepan
que incineraron tus pechos
hasta hundirte los pezones
que incineraron tus pechos
Hilda
Una ronda de coronas
y lazos blancos
guardará nuestro secreto
sellaremos los labios
porque esos hombres malos
se lo harán a nuestras madres
si nosotras hablamos

Los grandes creen que jugamos
Los abriremos entre los cánticos
y rezaremos
Hilda
La Perla fue un mal sueño
Hilda


(Detrás de las rejas del torno)
Se asoma Juana

A la sombra
del ombligo del gigante
que de niña, me dormía
hasta las constelaciones
de los sueños.
Dejarte entrar al jadeo
del valle más oscuro del nectario
y sucumbir
al aroma de tu piel de lluvia
sobre el crujir de mis terrenos.

Durante la gran sequía,
la tentación de la descendencia
o simplemente...
de tu cuerpo.
Pecarte
al tintineo de tu brisa
sobre mis colinas,
al respirar de una corola
entreabierta por los siglos.


La sala de Dídimo

la piel tersa
desestriada
acelulítica
sonrosada...
el entretejido
de mis piernas nacaradas,
al soplo de las luces
que me escarchan,
celulitis abueladas,
madrestriadas,
palomitas de escuela
al escarnio de las telas
de los sastres
sin lunas, mis vecinas,
ni cometas...
barnizadas en pócimas secretas.
Esculpidas rodillas al crepitar
de las ideologías.

Entra el Abastero:
Vendo la historia en fascículos
escritos por minúsculos escribas
derramando su tinta
en tus caderas
Vendo la seda del gusano;
que ha depurado los puntos negros
de la existencia.

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